Tierra. Bárbara Marciniak




LAS CLAVES PLEYADIANAS DE LA BIBLIOTECA VIVIENTE




1997

AGRADECIMIENTOS

La colaboración y la fe han producido este libro, y a los jugadores poderosos y valientes, involucrados en el proce­so, se debe todo el reconocimiento. Tanto a mi hermana Karen Marciniak como a Tera Thomas, co-creadoras y co-conspiradoras de Tierraofrezco mi agradecimiento con amor, respeto y profundo aprecio. Un especial agradeci­miento debo a la fe de Bárbara y Gerry Clow por su fehaciente y responsable dirección y ayuda. Lo mismo digo respecto al equipo de Bear & Company que realizan una labor impecable sosteniendo y trabajando con la energía. La meticulosa habilidad de la correctora de estilo Gail Vivino aportó un nuevo significado a la palabra «claridad», ayu­dando a crear un texto que fuera fluido y legible, y la sutileza de Marilyn Hager dio forma definitiva, elegante y espléndida al texto.

Mi agradecimiento amoroso también para mis padres, Ted y Bertha Marciniak y para toda mi familia, ya que han estado siempre a mi disposición. Gracias a los pioneros del pensamiento, almas aventureras, que abrazan el mundo es­piritual con tanto entusiasmo, y gracias a la propia Tierra que nos proporciona a todos un lugar donde vivir.

Y, cómo no, mi más amoroso tributo a los Pleyadianos, sean quienesquiera que sean, que con tanta sencillez están ahí ofreciendo su firme e inquebrantable fe en nuestro pro­ceso como seres humanos. Su amor incondicional me ma­ravilla y al mismo tiempo me da la osadía y el valor de persistir y perseverar.

Mi deseo es que este trabajo sirva de catalizador para una limpieza emocional a gran escala para que pueda emerger un profundo reconocimiento del espíritu y para que se produzcan el alivio y la liberación de las viejas cárceles que nosotros mismos nos hemos fabricado. ¡Que la Tierra re­fleje nuestra sanación! Bendiciones para todos aquellos que comparten estas probabilidades.


INTRODUCCIONES

Soy una intérprete y un canal para el espíritu porque estoy dispuesta y soy capaz de atrapar lo invisible y traducirlo lo mejor posible. Oigo, siento y vivo la red de la existencia, la fuente universal. Estoy completamente conectada a ella y percibo los murmullos, impulsos y revelaciones de fuerzas cósmicas cuando utilizo esta fuente para que me guíe y me sostenga. Para mí, esta fuerza se manifiesta en forma de los Pleyadianos. Mi experiencia está, naturalmente, teñida por mis propias creencias. El principio de funcionamiento de la existencia es que el participante/observador determina el hecho. He desarrollado una gran reverencia hacia el poder del espíritu y una profunda confianza en el significado de la vida y los siempre renovados propósitos de las personas, lugares y eventos.

El proceso de creación de Tierra supuso básicamente todo lo que está relacionado con la fe y la confianza. Todas las que hemos estado involucradas en la creación de Tierra —Karen, Tera y yo— creemos en los invisibles y trabajamos con ellos, quienesquiera que sean. Cada una de nosotras, como individuo único, ha dado su consentimiento para ju­gar con un nuevo manual de la vida. Durante el proceso de recopilación de Tierra, cada una de nosotras ha pasado por el reto de tener que dar un salto con respecto a nuestra fe en el campo de nuestra particular limitación. Sólo después nos hemos maravillado de nuestros propios milagros.

No es una tarea fácil poner por escrito las canalizacio­nes de los Pleyadianos. Los P's, como se denominan ellos a través de mí, enseñan, con humor, paradojas, indirectas, contrastes, compasión y un imperioso uso de declaraciones e ideas que confunden. En la forma hablada transmiten perfectamente su energía y la esencia de su intención. Nues­tro reto consistió en recoger una impresionante colección de información y técnicas y utilizarlas como fundamen­to de las enseñanzas sobre la Biblioteca Viviente —en la for­ma concreta de un libro— cuando, mucho de lo que ense­ñan los Pleyadianos, no es concreto.

Afortunadamente, desde el principio, el formato de este libro estaba claro. Iba a tener doce capítulos e iban a estar diseñados para introducir al lector más profundamente en la experiencia de la influencia del «doce». Los Pleyadianos sostienen que nosotros estamos ligados al «doce» y para poder descubrir más, podríamos utilizar el propio liga­mento para evolucionar. La información básica iba a ser entregada en trece sesiones a lo largo de 1991 y 1992. Cinco de las canalizaciones ocurrieron durante viajes a lugares sagrados en México, Egipto, Grecia y durante dos visitas a Bali; los restantes ocho fueron ofrecidos en sesiones de tres horas en diferentes lugares de Estados Unidos.

En los momentos en los que me paraba a pensar de for­ma lógica en la redacción de este libro, me sentía abrumada por la enormidad del material. Sin embargo, yo había con­seguido tantas y tantas cosas sin el menor conocimiento de qué se trataba, que ahora esta fe en el proceso, aun no sa­biendo, me sostuvo. Es mucho más fácil vivir de esta ma­nera. Mi fe, compartida por Karen y Tera, y la firmeza de mi compromiso de dar forma a este libro, me sostuvieron. Los P's, naturalmente, estaban al mando, guiando y desper­tando nuestro interés referente a todo el proceso de libre albedrío, imprimiendo su firma sutil en los quehaceres de la vida —solemnes, comedidos y siempre presentes.

Desde el principio, cuando este libro que iba a tratar sobre la Biblioteca Viviente ni siquiera tenía título, sentí que en realidad ya existía en el futuro. Al fin y al cabo yo me había comprometido a escribirlo y, sin embargo, ya debía existir, colocado en alguna estantería, listo para ser revisado. Mi idea consistía en encontrar esta edición futura y utilizarla para crear ahora el original. Era una idea que nos daba mucha paz y parecía bastante más fácil que en­frentarse a la monumental cantidad de papel que contenía el popurrí de las transcripciones pleyadianas.

Siempre supe que, una vez que tuviésemos la cubierta para esta historia de la Biblioteca Viviente, el libro seguiría y las páginas iban a ordenarse. La cubierta fue diseñada en su debido momento y, al mismo tiempo, recibimos el tí­tulo: Tierra. Las llaves pleyadianas para la Biblioteca Vi­viente. Tanto la portada como el título nos impresionaron enormemente. Ahora nos tocaba a nosotras poner algo a continuación de todo aquello.

El resto del proceso supuso una compleja serie de even­tos sincronizados, en los que el tiempo y los sucesos de la vida añadieron una mayor riqueza a la historia que se esta­ba desplegando. Nos sumergimos en el montón de páginas y durante meses todas estábamos inmersas en otro mundo, un mundo en el que el deseo y la intención principales eran la creación de Tierra. El libro se configuraba en nuestros sueños y todas, noche tras noche, soñábamos con su mate­rialización. Yo escribí en mi lista de «cosas por hacer»: «Tierra, créate a ti misma» y así sucedió.

Al continuar mi trabajo con este material, me siento retada a explorar aún más lo invisible y examinar los es­condrijos y grietas de mis creencias. Como amigos invisi­bles con su personalidad propia, los Pleyadianos me invitan a experimentar una visión de la vida cuya expansión no parece tener fin. Ellos muestran la neutralidad de la fuerza y de la red de la existencia, definiéndola como una expre­sión de amor —la esencia de la existencia que debe ser utili­zada por todo— disponible consciente e incondicionalmente como un carburante eterno para la creación de todo lo de­seado. Esta era la fuerza que nos permitió crear Tierra.

A veces me siento una observadora cuando mi Ser ga­láctico se asoma y mira la vida en la Tierra con bastante menos apego que yo. Esta visión es expansiva y sé enton­ces que estoy aquí para vivir e influenciar al gran cambio, denominación que procede de mi conciencia galáctica.

Todos creamos mundos diferentes para nosotros mis­mos y de ello soy absolutamente consciente. No obstante, la sutileza con que este conocimiento cruza nuestras vidas es apenas reconocible y menos aún puede ser aclamado. La elección de mi vida ha sido viajar a los misterios escondi­dos y desconocidos, buscar algún tipo de significado para mí y, finalmente, encontrar una razón de ser.

Para mí, la vida es una serie de capítulos y no me supone ningún esfuerzo verme como la heroína de mi pro­pia novela saliendo de un episodio para entrar en una aven­tura, zigzagueando entre mundos, tanto internos como ex­ternos. Yo asigno a cada segmento de vida un significado y como en un libro de historia, con sus eras y épocas, cada fase se caracteriza por sus aparentes sucesos secuenciales como si se tratase de una gran procesión ofreciendo un sentido único de orden y propósito. No supuso nunca un gran es­fuerzo aceptar que la vida y todos sus componentes tenían un gran significado. Para mí, todas las cosas a las que debía­mos dar, según lo que nos enseñaron, un gran significado, me parecieron un sin-sentido —de modo que justo lo con­trario debía ser verdad.

Mi reflexión personal sobre el material es la siguiente: No os engañéis, nadie de nosotros puede dar nada por sen­tado. Cualquier cosa puede ser verdad y probablemente así debe ser porque según como penséis así será.

Los ingredientes poderosos son: amor, una intención clara y sentido del humor que junto con el respeto, la com­pasión y la inspiración hacen toda la diferencia. ¡Que esta obra sirva para desarrollar vuestra libertad! ¡Bendiciones!

Bárbara Marciniak Raleigh, NC 19 de setiembre de 1994 Luna llena en Piscis

Karen Marciniak


El 11 de enero de 1994, con la luna nueva en Capricornio, Bárbara, Tera y yo firmamos el contrato y nos comprome­timos a escribir este libro. Yo pasaba de un estado de exci­tación a uno de desesperación. Me dije: «Realmente quiero contribuir en algo a este libro. Pero ¿Cómo encontraré el tiempo para sumergirme en este proyecto y mover todas las piezas de mi vida, tan ocupada ya?»

Un mes antes de comenzar Tierra, mi marido y yo ter­minamos nuestro matrimonio/compañerismo que había du­rado veintidós años. Vendimos nuestra casa y mi hija de siete años y yo nos mudamos a una casa alquilada. Estaba ocupada desembalando, manteniendo el negocio de «Bold Connections», procesando pedidos, contestando el correo y sintiendo que todo aquello lo tenía que hacer a costa de mi tiempo libre. Muchas veces me asaltaron dudas muy serias sobre si podía formar parte o no del proceso de escribir este libro; sentí pánico, enumeré todas las partes de la reali­dad con las que tenía que enfrentarme durante los prime­ros seis meses de 1994 y supe que la mayor parte iba a estar supeditada a las exigencias del libro.

Finalmente, me di cuenta de que si no participaba, una gran oportunidad de crecer y cambiar iba a pasar de largo. Me obligué a enfrentarme cara a cara con uno de mis gran­des temas: el control. Era el control que estaba detrás del reto de mi permanente falta de tiempo. Vi claramente cómo el control me había limitado en tantas áreas de mi vida y llegué a la conclusión de que lo único que podía hacer era entregarme, soltarme del control, buscar una ayuda para las tareas cotidianas y confiar.

Confianza. Todo el libro supuso un proceso de con­fianza. Al principio, cuando las tres nos sentíamos aplasta­das por el montón de material que Tera había transcripto, cuando no sabíamos por dónde empezar, lo único que sa­bíamos es que teníamos que tener confianza. Bárbara, Tera y yo habíamos formado una unión, un triángulo de energía y trabajábamos en equipo produciendo Los tiempos Pleyadianos y otros proyectos. Nos habíamos convenido en maestras de aceptar la crítica constructiva de las otras, apartando nuestros egos y orgullos heridos, sabiendo que nunca éramos víctimas. Esto nos permitió avanzar en el camino de lo que podíamos conseguir. Confiamos en que si nuestras energías trabajaban armoniosamente juntas y con una intención, podíamos hacer cualquier cosa que nos propusiésemos.

Una y otra vez visualizábamos cómo traíamos el libro desde el futuro al «ahora». Se diseñó la portada mucho antes de que nosotras hubiésemos completado el conteni­do. El dibujo nos magnetizó y nos hipnotizó. Nos aden­tramos en esta realidad una y otra vez. La primera vez que fui verdaderamente capaz de meterme dentro de este dibu­jo lloré —tuve la sensación de que los P's estaban enviando la información contenida en este libro a través del dibujo. Estos Pleyadianos tan listos estaban jugando una vez más.

Ahora, que estoy sentada en mi terraza escribiendo, con el proceso del libro finalizado, sintiendo los suaves rayos solares de septiembre en Carolina, mi mente se pasea por algunas «vías» de la realidad que he creado para mí. Estoy sentada, sonriendo y recordando algunos de los suce­sos que me ayudaron a aterrizar en este «ahora» y siento una enorme gratitud de que, hace años, me atrajesen las palabras «el pensamiento crea».

A finales de los años setenta, los libros de Jane Roberts sobre el material de Seth supusieron una fuerza guiadora para Bárbara y para mí. En aquellos días, yo vivía, en Rochester, Nueva York, y Bárbara estaba en Los Angeles. Tenía un marido y un trabajo y vivía en una preciosa casa colonial de estilo holandés y mi jardín se había convertido en mi propia Biblioteca Viviente. Bárbara, sin embargo, era el típico espíritu libre de nuestros tiempos, siempre buscando algo nuevo para expandir sus perspectivas, mu­dándose con frecuencia y absorbiendo los nuevos pensa­mientos que California y el mundo podían ofrecer.

Un año, Bárbara me mandó como regalo de cumplea­ños, dos libros con una tarjeta que decía algo así como:

«Existe ahora tantísima información que anima a pensar que yo misma no puedo leerla toda. Léete estos dos libros y cuéntame luego si valen la pena». Resulta que los dos textos eran The Seth Material y Seth Speaks de Jane Roberts. Leer estos dos libros supuso para mí un aviso definitivo, por parte del cosmos, para que despertase.

Durante los próximos años leímos y absorbimos todo el material existente de Seth. Lo releímos, lo subrayamos, hablamos de él e intentamos vivir según las ideas presenta­das en él. Cuando recuerdo ahora aquellos días, me doy cuenta de hasta qué punto me sumergí, al leer página tras página, en las realidades de Jane Roberts y Rob Butts. Pude ver su realidad con gran claridad. Sentí el proceso lento y meticuloso de tomar notas y luego transcribirlas con que Rob se había comprometido —si pudiera trabajar más de­prisa, tendríamos un nuevo libro ya—. Imaginé a Jane delan­te de su montón de correo sin contestar y sentí su total frustración al no estar nunca al día con las cosas. Cuando miro ahora hacia atrás puedo sentir la fuerza que en aquel entonces me guió a tomar notas de todo lo que hicieron. Ahora, que llevo el negocio de «Bold Connections» y miro el montón de correo sin contestar —peticiones de un nuevo libro pleyadiano— me encuentro en una situación muy si­milar a la de ellos en 1970, con algunas de las mismas alegrías y los mismos retos.

En abril de 1988, Bárbara hizo un viaje a Egipto y a Grecia, preparando con ello los fundamentos para que los Pleyadianos entrasen en su realidad. Yo vivía entonces en Raleigh, Carolina del Norte, y estaba poniendo los cimien­tos de mi nueva casa, una casa que usarían los Pleyadianos durante cinco años como aula de estudios para impartir su sabiduría, hacernos reír, regañarnos, jugar con nuestras men­tes y enseñarnos cosas sobre nosotros mismos. Cuando Bárbara regresó de su aventura egipcia/griega, me llamó desde Boston y me preguntó: «¿A qué no sabes qué pasó?»

Y le contesté: «Has empezado a canalizar». Ella dijo: «¿Cómo lo sabes?» Siempre lo supimos. No era algo de que hablára­mos mucho pero existía una profunda convicción inexpresada entre nosotras de que algún día íbamos a estar in­volucradas en una aventura psíquica. Nos unía una lealtad inquebrantable; a algún nivel sabíamos que habíamos veni­do a esta realidad como hermanas para anclar un nuevo paradigma de pensamiento y que no podíamos hacerlo sin amor y apoyo mutuo.

Yo tenía ganas de conocer a los nuevos amigos de Bárbara que se llamaban a sí mismos «Pleyadianos». Aún no teníamos claro qué es lo que sentíamos acerca de ellos. Quiero decir, Bárbara esperaba a un ser amable y propia­mente desencarnado como Seth y, ¿Qué le apareció? ¡Unos extraterrestres! Recuerdo aquella primera vez cuando Bárbara vino a mi casa y contactó con los Pleyadianos. Sus voces eran muy débiles y difíciles de entender y yo tenía que afinar el oído para percibir las palabras. Me dieron alguna información acerca de quiénes eran y por qué iban a trabajar con nosotras. Me dijeron que me iban a llamar «Topi» porque yo era como un topo al que le gustaba man­tener la cabeza bajo tierra y no aparecer en la luz de los focos. No obstante, me dijeron que había llegado el mo­mento de acercarme y vivir todas estas ideas que yo había coleccionado y con las que había jugado, que mi vida iba a cambiar totalmente y ya nada iba a ser igual. «Interesante», pensé, mientras estaba ahí sentada en mi maravillosa casa con un marido al que quería, un trabajo que me satisfacía y una hija de dos años durmiendo en la habitación contigua. ¡No tenía ni idea de qué tipo de cambios me estaban ha­blando!

Bueno, seis años después, mi vida ha cambiado y no de la manera que me hubiera imaginado. Si hubiera podido ver el futuro en aquel entonces, sí que habría sido demasia­do cobarde para seguir adelante con todo. Por lo tanto, envío mi enorme agradecimiento a los P's por todo su amor y su ayuda —inclusive los tiempos en los que no me sentí amada ni guiada— por su persistencia en empujarme siempre al siguiente reto. Agradezco a Bárbara su cariño, apoyo y lealtad, su dedicación a este trabajo y su valor de vivir las enseñanzas pleyadianas y hacer que parezcan fáci­les. También doy las gracias a Tera por ser una amiga en la que confío y con la que crezco, una compañera Sagitario con la que me entiendo muy bien y que es una gran edito­ra. A mi hija Laurel quiero dedicar un agradecimiento muy especial por ser capaz, a una edad tan temprana, de asimilar el hecho de ver a su tía Bárbara —«Cioci», como la llama ella— sintonizar cada dos semanas con los Pleyadianos en nuestra casa y por permitirme viajar, libre de culpa por no estar siempre con ella, con Bárbara y los P's; por aceptar los puntos de vista tan opuestos sobre la realidad de sus pa­dres e integrarlos en su mundo y encontrar su propio equi­librio. En este momento de reflexión, puedo decir que me encuentro en un estado de ser pacífico y armonioso. El hecho de confiar en mí misma y de saber que estoy crean­do cada aspecto de mi realidad para enseñarme una lección que necesito aprender, me ha dado una gran libertad. En este momento en el que el mes de setiembre está finalizan­do y el esplendor del otoño despliega suavemente su magia sobre esta tierra que se llama «el triángulo», me encuentro en situación de comprar mi propia casa, de recuperar mi nombre de soltera y de enterrar mi mote «Topi». Estoy esperando con alegría e ilusión mi siguiente segmento de la realidad con el cual jugar.

Karen J. Marciniak Raleigh, NC



Tera Thomas

Conozco a Bárbara y a Karen desde que Bárbara comenza­ra a canalizar en el año 1988. Hemos trabajado juntas, ju­gado, reído, llorado y peleado juntas y hemos desarrollado un profundo sentido de confianza. Al comenzar el boletín Tiempos Pleyadianos en la primavera de 1993, se fortificó y profundizó la relación entre las tres. Nosotras somos muje­res fuertes, con opiniones propias y hemos aprendido a fu­sionar nuestro poder para trabajar con el espíritu, a apoyar­nos mutuamente y a crear algo mayor que la suma de las partes. Así que, cuando Bárbara propuso que las tres traba­jásemos juntas en Tierra, me hizo mucha ilusión.

Trabajar con los Pleyadianos no es lo mismo que traba­jar con otra información canalizada. No son lecciones so­bre temas determinados; las enseñanzas no aparecen de ma­nera ordenada, más bien son confusas e, incluso, contradic­torias —aparecen así a propósito—. Los que trabajamos con los Pleyadianos regularmente sabemos que los P's raramen­te ofrecen algo en bandeja de plata porque ellos quieren que apliquemos sus enseñanzas a nuestras vidas y que apren­damos a confiar en nosotros mismos durante este proceso. Es decir, los Pleyadianos no se sientan y dictan un libro. Trabajar con ellos en un libro es como ir a uno de sus talleres. Hay que hurgar dentro de uno mismo y hacer emerger la información a la tercera dimensión y a la vida de uno.

Al haber trabajado en Los Mensajeros del Alba, conocía el proceso de elaboración de un libro de los Pleyadianos. Primero se transcriben cintas preseleccionadas y luego se divide la información en categorías específicas, por ejem­plo: «ADN», «Reptiles», «Sangre», «Los maestros del jue­go». Esto crea páginas de información que se juntan en pe­queños y ordenados expedientes. El siguiente paso consiste en entrelazar todas las piezas de información para que for­men capítulos que cuenten una historia coherente, aún en forma bruta.

Cuando Bárbara, Karen y yo trabajamos juntas, siem­pre comenzamos con una pequeña ceremonia para unificar nuestra energía y para hacerles saber a los P's que estamos dispuestas a trabajar. Declaramos nuestras intenciones y ta­ñemos una campana tibetana doce veces, una vez para cada chakra. Después de esto, estamos listas para comenzar a trabajar «sin sentido», permitiendo que nos guíe el espíritu.

Nuestro archivo móvil estaba «a tope». La cantidad de categorías que teníamos y el número de páginas de cada una provocaba auténtico susto. Sabíamos que iban a ser doce capítulos, así que cogimos cartas astrológicas en blan­co y etiquetamos cada Casa con un capítulo. Luego leíamos los nombres de los capítulos y los adjudicamos a las Casas que parecían adecuadas. Decidimos que cada una de noso­tras iba a trabajar con cuatro Casas o cuatro capítulos y recopilar la información correspondiente. Cada una esco­gió un color y coloreamos nuestra carta. De esta manera conseguimos una heliografía más o menos coherente que nos ayudaba a encajar la información. Un día, cuando llegó Laurel, la hija de Karen, del colegio, le enseñamos nuestras cartas coloreadas y le preguntamos qué pensaba ella que eran. Sin dudarlo dijo: «Es el libro». Bueno, por lo menos alguien tenía fe.

Organizar las diferentes partes de información para que formasen un capítulo requirió un gran esfuerzo de elimi­nar el control y una profunda confianza en el proceso. Al principio, naturalmente, lo intentábamos todas de la mane­ra acostumbrada, leyendo y absorbiendo cada palabra de las muchas páginas escritas a máquina e intentábamos que tuviesen algún sentido. Esto no funcionó demasiado bien con el material de los Pleyadianos. Empezamos a enredar­nos y confundirnos y ya nada tenía sentido.

Afortunadamente, el dibujo para la cubierta llegó y nos centró. Este dibujo nos guió de una manera que, aún hoy, no soy capaz de desentrañar el misterio. Sólo sé que cada vez que intenté controlar el proceso, respiré profundamen­te, miré el dibujo y estaba de vuelta donde debía estar —en el «sin sentido»—. Sabía que el libro existía de verdad en el futuro y todo lo que tenía que hacer era confiar en esto y permitir que la información se organizase por sí sola.

Cuando cada una ya tenía diseñados, más o menos, sus cuatro capítulos iniciales, los intercambiamos para limarlos, reorganizarlos y rellenar los huecos. Mis capítulos los leyó Karen, los de Karen los leyó Bárbara y los de Bárbara los leí yo. Hicimos este baile de capítulos una y otra vez y, de este modo, cada una de nosotras aprendió de cada ca­pítulo. Bárbara Clow siempre nos volvía a centrar cuan­do nos atascábamos o estábamos confusas. Milagrosamente, o así lo pareció, nació Tierra.

Los Pleyadianos hablan constantemente de hacer las co­sas sin esfuerzo. Si algo cuesta demasiado esfuerzo, estás en el camino equivocado. Trabajar con su material no cuesta esfuerzo; pero esto no significa que no haya que trabajar. La parte que no cuesta esfuerzo es aquella que implica que confíes, que des un paso a la vez y que no preguntes cómo y por qué y todo se resolverá. Aún así, todo esto supone un montón de energía, mucha concentración y bastante ajetreo en la tercera dimensión. Uno no puede declarar una intención y luego sentarse cómodamente para ver de qué modo se materializa; alguien tiene que hacer el trabajo físi­co. Y puedo garantizar que Bárbara, Karen y yo trabaja­mos duro.

He aprendido mucho durante el trabajo con Tierra. Cómo no, he visto emerger muchos de mis patrones anti­guos: querer controlar el trabajo en vez de soltarme, tener la sensación de que realmente debía trabajar muy duro y agotarme porque si no no se me iba a estimar, angustiarme de que no se iba a cumplir con el plazo estimado, y cues­tionarme cómo se iba a poder hacer todo. Hice que el tra­bajo se convirtiera en una carga para mí, suscribiendo el viejo lema: «si no es difícil no es bueno». Es interesante con qué claridad se ven los temas de uno cuando se trabaja con otras personas. Cuando uno trabaja solo, todas estas cosas son patrones inherentes, partes de uno mismo.

Cuando se trabaja en equipo es como si hubiese un espejo delante que dice: «¡Mírate!» Yo fui capaz de recono­cer mi carga y soltarla. ¡Uf! ¡Qué bien me sentía!

También aprendí una nueva y más profunda manera de trabajar en equipo que me aportó mayor respeto y amor por Bárbara y Karen y por mí misma. Éramos capaces de rundir nuestras energías para poder trabajar como una uni­dad y permitir que entrasen en juego todas nuestras fuer­zas, sin competir o ensombrecer el trabajo de las demás. Ahora puedo ver que fue nuestra relación la que creó este libro. Sí, fueron todas las cosas físicas que hicimos, las intenciones que declaramos y los timbres que tocamos, pero estas cosas solas no hubieran creado Tierra. Era el profundo lazo entre Bárbara, Karen y yo, el cariño que compartimos entre nosotras y los Pleyadianos y la combi­nación de nuestras energías basada en una auténtica confian­za en el proceso.

Ahora entiendo cómo pudo llegar este nivel de respeto, confianza y amor a cada área de mi vida. Y siento un pro­fundo agradecimiento por todas las enseñanzas que recibí mientras trabajé en Tierra, por la relación que he desarro­llado con los Pleyadianos, con los reinos no físicos, con Bárbara y Karen, con mi familia y mis amigos y especial­mente conmigo misma.

Tera Thomas Pittsboro, NC


EL JUEGO, LOS CÓDIGOS Y LOS NÚMEROS MAESTROS

Nosotros sólo creamos lo imaginario desde donde vosotros evolucionáis.

Saludos, queridos amigos, estamos aquí. Nuestra intención es asistiros en la creación de una nueva visión, una visión que os inspirará a vivir y amar en el planeta Tierra. Escon­dida debajo de capas de tierra y piedras, la Tierra, al igual que una joya de incalculable valor, irradia su brillante belle­za hacia los confines del espacio y del tiempo, esperando pacientemente a ser coronada por su gente. Ella os crea y os sustenta y sin ella, como ya sabéis vosotros mismos, no podríais existir. Nosotros os rogamos, como buscadores de historias, que proclaméis una alianza con la Tierra. Com­prometeos con vuestra propia transformación a un viaje a través de la luz y de la oscuridad y honrad el papel tan importante que juega la Tierra al liberaros. Cuando se des­hagan los hilos de la madeja y se revele vuestra herencia celestial, tened cuidado de no quedar atrapados por el en­canto de los cielos pues también vosotros sois estrellas. Estrellas que reflejan e irradian luz a otros mundos que es­tán buscando soluciones para sus propias creaciones. Vues­tra tarea en este momento es activar la Biblioteca Viviente de la Tierra y restaurar la Tierra y la versión humana de la vida para que recuperen el primer lugar en la creación. Este es vuestro viaje en este momento.

Existen muchas versiones de la realidad —viable cada una con su propia razón y su propia intención—. El tiem­po, el espacio y la existencia de otros mundos son amorfos y son sólo reales según la atención que les prestáis. Hay muchas Tierras donde elegir: hilos del tiempo conducen a cuentos que han sido olvidados o han sido desviados de vuestro conocimiento y desarrollo, deliberadamente.

Os pedimos, a cada uno de vosotros, que abráis vuestra mente y vuestro corazón, puesto que dentro de vuestros cuerpos y en la propia Tierra están las respuestas a los grandes misterios que buscáis. Aunque parezca que noso­tros existimos fuera de vosotros —un colectivo de energías pleyadianas que os habla desde el futuro—, también existi­mos dentro de vosotros. Somos vuestros antepasados, exis­tiendo dentro y fuera de vosotros. Nosotros somos voso­tros, somos espirales doradas del tiempo, ciclos de épocas de existencia y os rogamos que reconsideréis todo aquello que es sagrado para vosotros. Os pedimos que hagáis una nueva evaluación de vuestra razón de ser, que aclaréis las fuerzas que os rigen y que hagáis resurgir los códigos de la conciencia almacenados en vuestro ser. Ha llegado el mo­mento de reclamar el conocimiento que creáis mediante el pensamiento, de recordar el propósito de la Biblioteca Vi­viente de la Tierra, de reinstaurar la belleza dando valor a la vida, y de recordar quiénes sois. Os invitamos a viajar ahora con nosotros a través de los misterios de vuestro mundo.

Imaginaos a vosotros mismos haciendo una excursión con el número doce, y exponed el concepto del «doce» a vuestra mente. El material de este libro está diseñado para descodificar el mismísimo sistema que os estructura y os define: el número doce. Visualizáos viviendo el símbolo numérico del Uno mediante el doce. Igual que los doce meses del calendario, los doce movimientos de los doce sig­nos zodiacales, las doce horas de un reloj y, luego, añadid a estos símbolos vuestra vía personal del «doce». Imaginad que vuestro ADN se compone de doce hebras y que éstas activan y se conectan con vuestros doce chakras, que son los portales energéticos a través de los cuales podéis acceder a vuestra herencia espiritual. La clave está en lo siguiente: vuestro reto es el de conoceros a través de vuestra imagina­ción, acceder a vuestra red interna, a vuestros propios ta­blones de anuncios de la realidad y a todo aquello que es invisible para vuestros ojos. Al trabajar en vuestro entendi­miento espiritual, tal vez queráis tomar en cuenta muchas cosas nuevas que engrandecerán vuestro mundo actual gra­cias a una visión más amplia.

Nosotros estamos aquí para enseñaros el juego, daros los Códigos y los Números Maestros. Parte de vuestro karma consiste en tratar con la Tierra en este momento, pues todo aquello que ponemos en movimiento es con lo que debemos bailar. Nuestros antepasados crearon hechos que actualmente ahogan nuestro desarrollo en las Pléyades y como Pleyadianos estamos intentando descubrir las solu­ciones para este enorme dilema, el cual vosotros compartís con nosotros.

Nuestra civilización estará en el futuro —desde vuestra óptica— en peligro y hemos decidido viajar para encontrar una solución a lo que nos atormenta. Nosotros vivimos en vuestro futuro, e intentando averiguar lo que sucede, he­mos avanzado aún más hacia el futuro y nos hemos encon­trado con nuestros maestros, los Guardianes de la Expe­riencia, también llamados Guardianes del Tiempo. Cuando ellos nos enseñaron a viajar por los diferentes sectores del tiempo, nos tentó la posibilidad de viajar al pasado para descubrir dónde estaban almacenados y guardados los even­tos. Averiguamos dónde se habían creado las tormentas que afectaron a nuestro pasado tal como lo vimos desde el futuro para nuestro futuro y, tal como lo estamos viendo ahora desde vuestro momento de la realidad.

Nuestros antepasados procedieron de un universo que se había completado, que había entendido que era el Crea­dor Original, ellos habían entendido que eran un viaje del Creador Original en el tiempo. Ellos procedieron de un universo que había descubierto su esencia —la creatividad—.

Al descubrir esta esencia, comprendieron que ellos mismos eran los creadores. Vinieron a las Pléyades pues sabían que este sistema estelar podía ayudaros en un tiempo extraordi­nariamente desafiante, un tiempo en el que vosotros esta­ríais preparados para reconectaros con el Creador Original. Nuestros antepasados pertenecieron al grupo de planificadores originales de la Tierra, orquestadores que sembraron mundos y civilizaciones con luz e información mediante la creatividad y el amor. Nuestros antepasados también son vuestros antepasados. Ellos dieron su ADN a los Planificadores Originales y este ADN se convirtió en parte del ADN de la especie humana.

El plan consistía en crear un centro intergaláctico de in­tercambio de información en vuestro planeta, la Tierra. Era un plan extraordinario, pensado para un lugar hermo­so, pues la Tierra está situada en el borde de uno de los sis­temas galácticos y de fácil acceso desde otras galaxias. La Tierra está cerca de muchos portales, «autovías», sobre las cuales viajan las energías en vuestra zona espacial.

Hubo mucho ir y venir para que hubiera una represen­tación individual de cada galaxia en la Tierra, pues todos querían tener a sus semejantes en este planeta. Algunos de los que se encargaban de todo esto, los llamados Dioses Creadores, eran maestros de la genética. Eran capaces de crear, descubrir y juntar moléculas dotándolas de una iden­tidad, de una frecuencia y con cargas eléctricas para crear vida. Muchas civilizaciones sensibles dieron voluntariamen­te su ADN para tener algo semejante a su linaje genético y código aquí en esté planeta. Los maestros de la genética diseñaron una variedad de especies, algunas humanas, otras animales, jugando con los ADN's donados por las civiliza­ciones sensibles para crear un centro de intercambio de información, un centro de luz. El diseño de la Tierra era algo realmente grande. Dado que para estos Dioses Creado­res no existía el tiempo tal como lo conocéis vosotros, unos cientos de miles de años o un millón de años no significaban nada para ellos.

Han existido otras especies humanas, parecidas a voso­tros y cuyo ADN estaba en perfecto estado en aquel tiem­po, que desarrollaron civilizaciones altamente evoluciona­das. Existieron hace mucho tiempo, hace más de medio millón de años. No estamos hablando de aquellas civiliza­ciones que vosotros llamáis Lemuria o la Atlántida. Estas épocas pertenecen a un tiempo que nosotros llamamos «mo­derno». Nosotros nos referimos aquí a civilizaciones que son realmente antiguas, tan antiguas como las que están enterradas bajo los hielos de vuestro continente más sureño, la Antártida, o bajo el desierto de Gobi en Mongolia.

Unas energías, que vosotros llamáis dioses, crearon todo lo existente sobre este planeta utilizando para ello su inteli­gencia. Hay conciencia en todo lo que existe en la Tierra, incluso en las moléculas de vuestras yemas de los dedos, y todo se ha creado para que trabaje al unísono. La conciencia se comunica continuamente mediante vibraciones de fre­cuencias electromagnéticas. Estas frecuencias se conectan y funcionan como una corporación de inversiones. Cada una aporta beneficios al todo por el mero hecho de trabajar conjuntamente. El problema que existe en este momento en la Tierra es que los humanos creen que están separados de toda la energía existente para trabajar en conjunto. Vues­tra creencia actual de que todo son partes separadas, os impide ver y acceder al conjunto de la existencia.

Nuestra intención es asistiros para que tengáis un ma­yor entendimiento de los experimentos pleyadianos que han influido en la Tierra. Durante tiempos de caos y con­fusión, cuando la especie humana fue oprimida, varias fac­ciones de nuestro sistema familiar llegaron a diferentes lu­gares alrededor de vuestro planeta y lograron aperturas muy sutiles. Trabajaron con pequeños racimos de conciencia para dejar un resplandor de energía sobre vuestro planeta, pues muchos en el cosmos sabían que éste iba a sufrir grandes calamidades y opresiones.

En estos momentos, la Tierra está en un terrible apuro. De esto no hay duda. No obstante, existe una gran oportunidad dentro de este estado de confusión. A todos se os ha tocado en el hombro para que respondierais a una llamada. Muchos han sido llamados pero pocos están dispuestos a meterse en lo desconocido y encontrarse cómodos con el hecho de ser apóstatas, a defender algo que las masas tal vez no acepten. Aplaudimos vuestra intención y honramos a cada uno de vosotros por entrar en lo desconocido. Os honramos por tener el valor de indagar en las partes de vuestro ser, femenino o masculino, que por razones prácti­cas no habéis entendido. Estamos realmente encantados de vuestra disposición a explorar diferentes posibilidades y que queráis embellecer y enriquecer lo que ya tenéis. Ha llegado el momento de que cada uno de vosotros se haga notar a su manera, de magnificar las energías que pasan a través de vosotros, y de hacer que esta energía esté disponi­ble para muchos otros cuando atraigáis la luz a vuestro cuerpo y a la Tierra. Nos encanta reír y pasárnoslo bien y de una manera juguetona descubrimos aquello que tal vez sea lo que os impida a cada uno de vosotros ir más allá.

Las familias de la conciencia se juntan como racimos, basándose en su nivel de evolución, su mismo deseo y se­gún un plan específico. La Familia de Luz, a la que voso­tros pertenecéis, procede de un linaje de conciencia. ¿Quié­nes son la luz? ¿Quién posee la luz? ¿Qué hay más allá de la luz? Sentid esto por un momento y daos cuenta de que a vuestra mente humana le encanta fabricar mitos, pequeñas historias y cuentos de hadas en lo referente a los verdaderos sucesos del cosmos. Vuestra versión es minúscula en rela­ción a lo que existe de verdad. Por eso os pedimos que cambiéis radicalmente vuestras historias y comencéis a ima­ginar versiones mucho más amplias de la existencia.

La Familia de Luz es un conjunto de entidades codifica­das que trae la información a este planeta. La codificación está dentro de cada individuo. Una vez dispuestos a cues­tionar y mirar más allá de las actuales interpretaciones de la realidad, se os guiará para crear formas de pensamiento que hagan que se disparen vuestros códigos. Nosotros somos un grupo de energías que cataliza los códigos humanos de conciencia en un determinado momento de la evolución planetaria. Este proceso se desarrollará en la medida en que vosotros evolucionéis, y recibiréis una gran cantidad de instrucciones por parte de maestros aún desconocidos, pero que aparecerán para ayudaros.

La Familia de Luz es vasta. Sus miembros se reúnen siempre que hay que difundir información; son como un cuerpo especial de las fuerzas apóstatas que se convocan en casos de emergencia. Los miembros de la Familia de Luz son capaces de integrar y sobrevivir las transmutaciones de las dimensiones sin que sus cuerpos o las fuerzas vivas que ocupan se destruyan. Como miembros de la Familia de Luz habéis nacido con la capacidad de transformar la reali­dad. Tenéis que crear un sistema de creencias que os permi­ta hacerlo, puesto que vuestra mente está estructurada para evolucionar y formar vuestras experiencias según lo que vosotros solicitáis, sin tener en cuenta desde qué platafor­ma de paradigmas partís.

La Familia de Luz actúa como un factor estabilizador durante las transmutaciones de las dimensiones, y sus miem­bros son portadores de las frecuencias que se utilizan para despertar a muchos. Algunos de vosotros tendréis miedo pero no pasa nada. Cada uno de vosotros acogerá el nuevo conocimiento y los cambios hasta donde pueda. Estáis co­dificados para el cambio, pero la decisión de cambiar o no es vuestra libre elección. Las dudas sobre si podéis hacerlo o no, son vuestra libre elección. El proceso de iniciación, ocurrido en las escuelas de misterios que hay en la Tierra desde hace miles de años, ejemplifica lo que estamos dicien­do. Hay miembros de la Familia de Luz que, al descubrir la codificación en su interior, han ido más allá de las leyes de la realidad tridimensional —a través de otras dimensio­nes, por así decirlo.

Lleváis la información a los sistemas. Muchos de voso­tros tenéis la sensación de haber hecho esto anteriormente. ¡Así es! Es vuestra memoria multidimensional la que os hace recordar que ya fuisteis a otros sistemas e hicisteis lo mismo. Es un proceso familiar para vosotros pues es lo que caracteriza a los miembros de la Familia de Luz; éste es vuestro cometido. Entráis en otros sistemas y reconstruís las realidades; sois expertos en esto.

Habéis perdido la memoria de esto porque habéis veni­do aquí para trabajar bajo las mismas leyes que todos los demás. Por eso habéis venido aquí en forma humana y con vuestra memoria completamente borrada. Supisteis, antes de llegar aquí, que perder la memoria formaba parte del proceso y habéis elegido este momento específico y estos padres para que os proporcionasen la mejor conexión ener­gética y genética para cumplir vuestro propósito.

Cuando os encarnasteis en el plano terrestre, recibisteis ciertos genes suspendidos, emparejados y hermanados, que contienen los códigos de luz para, de esta forma, daros las mejores posibilidades para desarrollar las habilidades psí­quicas e intuitivas. Y no sólo esto, estos genes también contienen algunos datos de memoria que os separan de los demás aunque vosotros no seáis capaces de darle a esta sensación un nombre. Estos poderes y talentos hacen que construyáis vuestras vidas y permitáis que el «momentum» os conduzca hacia algo diferente que al resto de los huma­nos. Mientras está ocurriendo esta extensa mutación en los humanos, estimulada también desde fuera por aquellos que os asisten en esta elevación genética, tenéis que vivir e inte­grar todo aquello que está despertando dentro de vosotros.

Permitidnos que os demos una descripción del actual escenario: imaginaos a vosotros mismos como miembros de la Familia de Luz pero sin pareceros en nada a lo que sois ahora mismo. Con un chasquido de los dedos, os tras­ladáis a vuestra identidad cósmica. Estáis ahora en una clase y un maestro os está explicando los puntos álgidos sobre vuestra tarea cuando vayáis a regresar a la Tierra, forman­do parte del sistema para poder cambiarlo. Sois expertos en vuestra profesión, sabéis que sois perfectos como destruc­tores de sistemas. En esta clase os estáis divirtiendo mucho porque el profesor os está explicando: «Cuando bajéis a la Tierra, lo creáis o no, será necesario que nosotros venga­mos para daros instrucciones, puesto que no vais a recor­dar nada de lo que os estamos diciendo aquí». Y todos vosotros, destructores de sistemas, os reís a carcajadas por­que sabéis que una vez os sumerjáis en la Tierra, no recor­daréis nada de lo ocurrrido en esta clase. Y el profesor sigue: «¡Observad esto! Os mostraremos una película. Mi­rad, ahí llegamos nosotros en un vehículo y allá estáis voso­tros en vuestro disfraz humano, actuando como si no su­pierais lo que está pasando. Esto forma parte de vuestra misión». ¿Entendéis ahora que habéis sido informados con anterioridad?

En esta clase habéis sido codificados para que nos res­pondierais, a los Pleyadianos, y a otros muchos. Cuando os abráis a vuestra mayor identidad, sed receptivos y estad dispuestos a ir más allá de vuestras fronteras pues es por esto por lo que estamos luchando. Deseamos implantar nuevas imágenes en vuestra mente, imágenes que os lleven más allá. No importa cómo lo hacemos. No importa tam­poco si esto es verdad o no. Lo único que importa es que creamos nuevas imágenes para vosotros. Algún día voso­tros mismos vais a encontrar la apertura y entonces enten­deréis lo que hemos pretendido conseguir a lo largo de todo este tiempo. Comprenderéis que a veces nos hemos inventado las cosas para que se catalizara algo dentro de vuestro Ser y os hiciera crecer. Somos maestros muy inge­niosos.

Ha llegado el momento de comprometeros en la crea­ción de la alegría, la creatividad y el amor por vosotros mismos. Cuando hayáis logrado esto, seréis capaces de ser­vir a los demás porque sólo si vosotros evolucionáis seréis útiles a los otros. Al ser ejemplos vivos, siguiendo los dicta­dos de vuestro corazón, podréis enseñar el camino a otros para que el valor reine en sus corazones.

No estamos aquí porque no tengamos otra cosa que hacer. Estamos aquí para ayudaros en el proceso de transformación que está comenzando a hervir a borbotones y que ya está creando vapor alrededor del planeta. En los úl­timos años ha despertado una multitud de personas recor­dando el sentido de su vida.

Si supierais todo lo que sabe vuestro Yo Superior en este momento, estaríais muy impacientes por cumplir vues­tra misión. Una misión que implica encarnarse como un humano, pensar como un humano y evolucionar para ser algo más que un humano y entonces darse cuenta de que, desde el principio, sois algo más que humanos. Aunque parezca un tanto atrasado, es absolutamente necesario que viváis el proceso de evolución de vuestra conciencia como ser humano. La transformación requiere que una gran masa de gente despierte y trabaje para que la vida evolucione de manera consciente. En este proceso, la clave es la elección. Lo haréis paso a paso y otros os observarán y tendrán lue­go el valor de imitaros.

Algunos habitantes del cosmos consideran a los huma­nos como algo muy valioso a pesar de que ni vosotros mis­mos conocéis en este momento el tesoro que está guardado dentro del cuerpo humano. Vuestro cuerpo humano es lo más valioso que vais a poseer y encontrar jamás. ¡No tenéis precio! Se han librado batallas por poseer la Tierra y, como resultado, las fuerzas que os controlan u os limitan os han inducido, con malas artes, a no descubrir el valor que está almacenado dentro de vosotros. Se os ha engañado a pro­pósito, haciéndoos creer que sois insignificantes y sin valor alguno para que no se enganchen a vosotros otras formas de inteligencia. Aquellos que os controlan, no consiguen sacar de vosotros las fórmulas y por eso siguen escon­diéndoos, manteniéndoos en cuarentena y aislándoos. De esta manera, aquellos que necesitan lo que vosotros tenéis, no pueden llegar a vosotros. Se os ha enseñado el baile de la pérdida de poder y vosotros, como especie, estáis diseñan­do la coreografía de este baile.

Ahora estáis empezando a encontrar vuestro propio valor. Nosotros deseamos compartir cosas con vosotros, enseñaros y estimular en vosotros, mediante un proceso continuo, el descubrimiento de este valor. El valor que iréis descubriendo crecerá más y más conforme os cuestio­néis sobre estas fórmulas —nosotros las llamamos códigos para otras civilizaciones— que están dentro de vosotros.

La Tierra es un microcosmos dentro de un macrocos­mos, una versión en miniatura de lo que sucede en todas partes, con una sola diferencia: la Tierra es un punto de mira, un punto que llamamos núcleo. Sabéis que un núcleo es una semilla. Nosotros hemos vuelto a la Tierra para ayudar a los miembros de la Familia de Luz, que han sido sembrados aquí, en el momento clave pues ahora las cosas pueden ser cambiadas. En la realidad tridimensional, el fac­tor tiempo se entiende muy mal pues el tiempo puede ser mucho más flexible de lo que vosotros pensáis. Puede ser estirado, distorsionado, curvado y se puede enroscar sobre sí mismo, permitiendo de este modo movimientos simul­táneos en otras realidades. Vosotros habéis nacido en la Tierra para cambiar el transcurso de la historia insertándoos desde el futuro en el pasado. De esta manera podéis refor­mar el pasado. Sois las semillas del cambio.

Compartiremos con vosotros algunos conceptos que os empujaran a entenderos más allá de vuestra actual defini­ción. Muchas de las cosas que sugerimos retuercen y doble­gan la mente. ¿Por qué hacemos esto? ¿Por qué queremos confundiros? Bueno, si somos capaces de confundir vuestra actual visión de la realidad, tal vez seamos también capaces de haceros percibir otras realidades, y nosotros queremos removeros hasta que consigáis ver las cosas claramente. Os habéis quedado atrapados en los paradigmas que la conciencia colectiva reproduce y, por lo tanto, hace falta un gran esfuerzo y una gran determinación por vuestra parte para salir del actual sistema de creencias. Vuestras creencias están basadas en lo que vosotros llamáis tiempo lineal y en un conocimiento limitado de los hechos históricos.

Mediante un sistema educativo sobrevalorado, se os ha vendido una versión de la realidad y vosotros os premiáis y os elogiáis por vuestra habilidad de repetir historias como si fueran hechos, sin cuestionaros jamás el contenido y el método de aprendizaje. Os han contado muchas historias y nosotros estamos dispuestos a contaros unas cuantas más. Aprended a usar vuestro cuerpo en su totalidad para leer más allá de las palabras que compartimos con vosotros. Por eso, nos encanta recordaros que nosotros somos relato­res de historias. En algún lugar de vuestro Ser antiguo, se encuentran las herramientas de la verdad —y sois vosotros los que debéis descubrir cómo y cuándo usarlas—. Las pala­bras son más de lo que aparentan.

Vuestro lenguaje está codificado y los sonidos crean imágenes que se reflejan, que estimulan y estructuran vues­tra conciencia. Las palabras habladas llevan una vibración diferente de las escritas. Nos encanta jugar con ambas for­mas de lenguaje. Cuando hablamos, la entonación es nues­tra propia rúbrica, y utilizamos variaciones y ponemos énfasis de forma sutil en determinados sonidos. Selecciona­mos cuidadosamente lo que intentamos expresar y tene­mos ciertas maneras de utilizar las palabras. Sabemos que vosotros oís una cosa pero que el sonido que producimos lleva un significado muy diferente a vuestro cuerpo. En el momento en que vosotros penetráis en nuestra vibración, recibís muchísimas instrucciones y se disparan capas y capas de conocimientos. Por un lado están los espacios existentes entre todas las palabras. Estos espacios suponen por sí mis­mos un aprendizaje. Por otra parte, están los sonidos que producimos y que resuenan en vuestras células y os cuen­tan una historia pleyadiana. El trabajo interno y externo se une para acelerar vuestra evolución.

Al principio estaba la palabra y la palabra era sonido. Así es como se produjo la creación. El sonido os afecta a todos vosotros y está cambiando el planeta. Sin embargo, vosotros no os enteráis de las sutilezas que hay detrás de este proceso. Nuestras palabras impresas en una página tam­bién han sido configuradas y codificadas para que os mues­tren muchas capas de la realidad. ¿Os ha ocurrido alguna vez que hayáis leído una página con nuestras palabras y hayáis entendido una idea que, luego al leerla en otra oca­sión, ha significado una cosa nueva? Incluso podéis tener la sensación de que lo que estáis leyendo en este momento, no estaba ahí en la anterior lectura y, tal vez, ciertamente no lo estuviera.

Las palabras estamos aquí se pueden descodificar a otro lenguaje que anuncia básicamente una identidad más grande de quiénes somos. La palabra recordar tiene que ver con la aclamación de la fuente de quien os creó, igual que las palabras estamos aquí. Las palabras identifican la fuente de vuestro creador y cuando nosotros hablamos con vosotros, las palabras que utilizamos revelan, a través de su sonido, que nosotros procedemos de la fuente de vuestro creador en las Pléyades. Vuestras células oyen esto y avisan a vues­tro cuerpo para que, en su momento, recuerde.

Hemos sugerido que hace aproximadamente medio mi­llón de años sucedieron eventos tumultuosos en este área de la existencia y que configuraron vuestra Tierra tal como es ahora. En gran medida, la Tierra perdió su soberanía y otra fuerza de gobierno se coló y reclamó los derechos de posesión de este fantástico inmueble que vosotros llamáis hogar. Estos administradores recientes y parecidos a Dio­ses, no han sido siempre los más amables y más benévolos. La Tierra fue creada hace billones de años con un propósi­to. Ella iba a ser un centro intergaláctico de intercambio de información, parte de un enorme sistema bibliotecario, don­de se almacenarían los datos de muchísimas galaxias —una Biblioteca Viviente, para ser exactos.

Los Dioses Creadores, aquellos que se creyeron la fuer­za de la creación, se reunieron, juntaron sus conocimientos y comenzaron a crear formas de vida. Pidieron prestados ADN's y material genético de muchos mundos diferentes. Este material lo almacenaron en el sistema bibliotecario de la Tierra el cual, a su vez, estaba conectado con un sistema de doce bibliotecas cósmicas. Como podéis ver, el plan para la Tierra era grandioso.

Los Planificadores Originales de la Tierra eran miem­bros de la Familia de Luz, seres que trabajaron asociados con un aspecto de la conciencia llamado luz. Luz es infor­mación. Los miembros de la Familia de Luz crearon el centro de información que habían concebido; diseñaron un lugar donde las galaxias podían almacenar su información y donde podían también adquirir y compartir conocimien­tos específicos.

En cierto momento, hubo una pelea por la Biblioteca Viviente de la Tierra. Se produjeron escaramuzas y la Tie­rra se convirtió en un lugar conflictivo y dual. Ciertos Dioses Creadores se quedaron con la Tierra. Lo hicieron porque tenían derecho a ello ya que la Tierra se encuentra en una zona de libre albedrío. Estos Dioses invadieron la Tierra hace más o menos medio millón de años —el perío­do de tiempo que vosotros llamáis, hablando históricamen­te, el comienzo de la civilización humana—. Esto es lo que os han enseñado como comienzo de la civilización. En realidad, era sólo el comienzo de la última fase de la civili­zación, la fase de la humanidad moderna. Una variedad de vida humana ha existido desde hace millones de años.

Cuando se produjeron estas escaramuzas, cierto grupo de entidades luchó en el espacio y ganó el territorio de la Tierra. Estos nuevos dueños querían que la especie nativa de la Tierra no evolucionara y la mantuvieron desinformada para controlarla mejor. La especie humana de la creación sufrió una enorme destrucción y su ADN fue dispersado.

Imaginad a la Tierra como un principado dentro de un gran imperio muy alejado de vosotros. Tal vez, los padres de una familia regia dijeron a sus hijos cuando éstos se po­nían pesados: «Venga, id a la Tierra a jugar un rato». Los dioses no se dieron cuenta de que con esta actuación se en­cerraron en el futuro. Cuando los hijos de los dioses co­menzaron a jugar con el oro y con la genética —y con la sangre, el poder femenino— no tenían ni idea de lo que estaban haciendo.

Lo que sí reconocen los dioses ahora es que nosotros en las Pléyades estamos en un dilema. Se desató una tiranía en la Tierra y esta tiranía ha vuelto ahora a nosotros. ¿Sabíais que fuimos nosotros los que creamos esta tiranía? ¿Qué fuimos nosotros los que os quitamos vuestra herencia del ADN de doce filamentos y con plena capacidad de funcio­namiento? No seáis ingenuos en lo que se refiere a los Pleyadianos, incluidos nosotros. ¿Por qué creéis que esta­mos haciendo este trabajo de sanación en vuestro planeta? Deberíais estar atentos pues, tal vez, lo hacemos porque os necesitamos para nuestra próxima fase de desarrollo. Si nosotros deseamos crecer, debemos sanar primero un pasa­do al que hemos estado conectados.

Nuestros antepasados jugaron con la destrucción del planeta pero también os ayudaron durante muchísimos cam­bios. Habéis tenido ambas influencias desde las Pléyades. Los archivos de influencias muestran que las energías pleyadianas han sido muy queridas y honradas en la Tierra y que la mayoría de las culturas de vuestro planeta no albergaban sentimientos negativos hacia las Pléyades. No obstante, somos los primeros en admitir que en un pasado muy lejano, energías pleyadianas manipularon el linaje ge­nérico de los humanos y lo conectaron con el de los repti­les. Y es por eso que hemos vuelto y es eso lo que quere­mos sanar. Esta es la razón de nuestra visita.

En nuestra búsqueda del por qué nosotros en las Pléyades estamos en una situación tan difícil, fuimos guiados hacia el futuro para darnos cuenta de que nuestro sistema no irá a ninguna parte sin vosotros. En otras palabras, no podemos evolucionar como creadores si no damos todas nuestras ha­bilidades y nuestros derechos a todo aquello que hemos creado. No podemos limpiar y controlar lo que creamos. Este es nuestro dilema. Es por esto que estamos esperando a que vosotros descubráis vuestra propia experiencia como creadores. Cuando lo hagáis, emitiréis todo un código de fórmulas. Puede incluso suceder, aunque evolucionéis mu­chísimo, que nunca lleguéis a entender las fórmulas —por lo menos durante mucho tiempo.

Puede que otros accedan a estas fórmulas y, a cambio, vosotros podréis experimentar un estado de éxtasis, una alteración de conciencia o un viaje a otros mundos. Puede que no os deis cuenta de que estáis emitiendo las fórmulas cuando lo hagáis. Otros que necesitan estas fórmulas crea­rán réplicas de vida o las usarán para restablecer sistemas que han sido destruidos. Cuando estos códigos de informa­ción o fórmulas sean descargados, nosotros seremos libera­dos porque los códigos de la conciencia contienen las can­ciones de nuestra propia libertad, cantadas como frecuen­cias y emitidas desde las células de vuestros cuerpos.

Cuanto más alto llega uno en el manejo del poder, ma­nipulando y trascendiendo las realidades, más bajo se puede caer. Se puede decir que, hasta cierto punto, la Tierra se ha convertido en un vórtice magnético que atrae energías caí­das. Estas energías se han ido situando en todo el área alrededor de vuestro sistema solar y no sólo en torno a la Tierra. No debéis pensar que cualquier otro lugar es estu­pendo y sólo la Tierra es una mancha en el sistema. La verdad es que todo vuestro sistema solar está pasando por dificultades en estos momentos. Hay otros sistemas solares, versiones de vuestro sistema solar, solapando éste. Cuando se crean determinadas formas de pensamiento, éstas atraen e invitan a otros de la misma naturaleza. Cuando entráis en una energía negativa y no podéis salir de ella ¿Qué es lo que pasa? Más y más energía negativa es atraída hacia vosotros. Durante un período muy largo, la Tierra ha ido atrayendo energía negativa hacia sí misma. Seres asociados con estas energías han caído desde alturas muy idealizadas donde to­maban unas decisiones, tal vez equivocadas o inapropiadas, y han perdido su poder de construir realidades nobles. No obstante, todo forma parte del plan.

La pérdida de poder y la manipulación estimulan a for­mas vitales poco evolucionadas a que encuentren algo me­jor. Es decir, hay un gran beneficio en todo esto y no hay nada que temer. ¡Absolutamente nada! No hay nada que temer durante los tiempos que se avecinan. Queremos que os deis cuenta de que se os honra por lo que sois y, cuando empecéis a honraros a vosotros mismos, atraeréis oportu­nidades que superarán todas vuestras concepciones.

Uno de los aspectos más interesantes de vuestra estancia en la Tierra en estos momentos específicos, es la reorgani­zación que se está produciendo con vuestro ADN. Rayos cósmicos con códigos de luz están llegando a la Tierra en forma de fotones, estimulando los cambios y la reordenación dentro de vuestro cuerpo humano. Los datos dispersados que contienen la historia y la conciencia de la Biblioteca Viviente pueden ser reorganizados ahora. La ola de luz de la marea galáctica, tal como la muestra la gran conjunción Urano/Neptuno de 1993, atrajo una enorme cantidad de rayos cósmicos al planeta, creando la reconexión de un potente tercer filamento del ADN en las masas. Se están creando nuevas hélices o filamentos del ADN, conforme los filamentos con códigos de luz son impulsados a reco­nectarse. Los datos que fueron dispersados se están reunien­do en vuestro cuerpo, gracias a las energías electromagnéti­cas procedentes del Creador Original. Nosotros estamos aquí para observar este proceso, ayudaros y, también por nuestra parte, evolucionar.

Conforme van progresando la reorganización y la reor­denación, vais a crear un sistema nervioso más evoluciona­do para que facilite la entrada de nuevos datos a vuestra conciencia. Despertaréis muchas neuronas que han estado dormidas hasta ahora y empezaréis a utilizar todo vuestro cuerpo físico, en lugar del pequeño porcentaje con el que habéis estado funcionando hasta ahora.

Os habéis comprometido a ser portadores de luz y a devolverla a este planeta. Cuando empecéis a llenar vuestro cuerpo de luz, vuestra memoria se abrirá. Tenéis que evo­lucionar, conforme evoluciona vuestro ADN, hacia una versión multidimensional de vosotros mismos, abarcando muchas capas de la realidad. Visualizaos como una espiral con doce diferentes filamentos de ADN. La doble hélice tiene dos filamentos. Visualizad los doce filamentos conectados entre sí. Podéis contemplarlos como si fueran seis pares, aunque no necesariamente es así como se combinan. Jugad con esta creación de imágenes. Visualizad, fuera de vuestro cuerpo, cómo salen las «autovías» de vuestros doce chakras. Vivís en una red de energías invisibles. Los doce filamentos del ADN, procedentes de los doce chakras —los portales energéticos de vuestro cuerpo—, sirven de conexión entre esta red y vuestro cuerpo, conectándoos con la fuer­za vital de la existencia. Gracias a la apertura y activación de estos portales energéticos os podéis conocer a vosotros mismos.

Vuestra aspiración es el uso completo de vuestro cere­bro, es decir, más de este 8 o 10 por ciento que estáis usan­do actualmente. Toda vuestra historia universal está en los filamentos codificados de luz, dispersados en vuestro cuer­po por aquellos seres que no querían que tuvierais mucho talento, para no perder el control sobre vosotros.

Aprended a utilizar el material de vuestra propia histo­ria para que os enseñe algo. No juzguéis, moveos a través de la vida con alegría y no os creáis una telenovela detrás de otra que os tenga enganchados. Cuando comiencen a for­marse los doce filamentos del ADN, todos los temas de vuestra vida personal que no hayan sido resueltos y trata­dos de forma pacífica, crearán un caos en vuestro cuerpo. Emergerán sentimientos y sensaciones ofreciéndoos la opor­tunidad de sentir el material del que estáis hechos, reve­lándoos, gracias a los sucesos y creencias que forman una parte intrínseca vuestra, quiénes sois.

Nosotros os queremos recordar aquello que ya sabéis en vuestro fuero interno. Hemos venido a este planeta para abrir vuestro banco de memoria, a inspirar a la raza huma­na mediante la luz para que comience a recordar quién es y para que podáis crear vuestra propia realidad. Alteraréis la frecuencia en el planeta y reclamaréis el derecho a ser los verdaderos dueños de vosotros mismos y de este territo­rio. Llegaréis a dominar la situación en la medida en que confiéis en las habilidades que pensabais no tener.

Albergamos un profundo cariño hacia cada uno de vo­sotros porque nos habéis ayudado —nos habéis ayudado a entregar algo—. Vuestro planeta es un lugar verdaderamen­te milagroso y aquellos que lo ven desde la distancia, se dan cuenta de muchas cosas. Vosotros no podéis ver a vuestro planeta desde la distancia. Vivís en él de primera mano. Hace tan sólo unos pocos años que os han mostrado por primera vez imágenes de la Tierra vista desde el espacio, ofreciéndoos de esta manera una imagen de vosotros mis­mos como un todo. Si alguien os estuviese estudiando des­de el espacio, y no supiera leer las vibraciones que emitís, os vería a todos iguales.

Nosotros sí estamos percibiendo algo. En los últimos años habéis sido impulsados a sumergiros más profunda­mente en un proceso de exploración personal, a averiguar vuestra identidad y a conectar con una visión cósmica de la propia vida. Tal vez, al principio, os parecía que ibais mu­cho más allá de lo que podían soportar los parámetros de la civilización. Al encontraros tranquilamente con grupos en todas partes y al expresar vuestros anhelos y conocimientos y los secretos más profundos que habéis tenido a lo largo de toda vuestra vida, empezasteis a daros cuenta de que, quizá, no estabais tan alejados de los parámetros de la civili­zación. Tal vez fue la civilización la que se movió al exten­der vosotros vuestras fronteras.

Vuestra dedicación a revalorizar, reconsiderar y reorga­nizar las presunciones básicas sobre la vida, ha expandido la expresión de la propia civilización. Vosotros, los humanos, no tenéis otra opción que explorar estos nuevos territorios que habéis extendido ante vosotros, tanto si estos descubri­mientos ya están marcados o no.

Durante el último medio millón de años la Tierra ha sido sembrada con varias civilizaciones de distintos siste­mas estelares que formaron parte del programa biblioteca­rio original. Cada una apareció en un período diferente, penetrando un campo de fuerza que mantenía controlada y aislada a la Tierra, y la mantenía inaccesible como bibliote­ca. Estas civilizaciones florecieron durante 500,5.000,10.000 años; luego, las fuerzas que dominaban a la Tierra las ahu­yentaron o las destruyeron. Estas civilizaciones no fueron capaces de establecer su dominio y por eso dejaron sus hue­llas o peldaños de la escalera como parte del plan maestro.

Cuando existan suficientes seres humanos que puedan leer las huellas que sembraron dichas civilizaciones, serán entendidas las claves de la Tierra para una existencia cósmi­ca armoniosa. Los egipcios, incas, balineses, griegos, tibetanos, sumerios, nativos de América, mayas, aborígenes y otros muchos indígenas han aportado claves de entendi­miento, todas ellas apuntando hacia el cielo. Si los actuales seres humanos pudieran leer estas huellas y pasos que deja­ron estas culturas, se podrían liberar y volver a poseer la Tierra. De alguna manera, cada una de estas culturas man­tuvo abierta la biblioteca e impregnó a su civilización con una vital conexión estelar. Cada una de ellas era única desde el punto de vista creativo y dejó su misteriosa huella psí­quica en vuestra memoria celular como parte del puzzle.

¿De dónde procedieron estas civilizaciones? ¿Pensáis que aparecieron como margaritas del suelo? Fueron creadas con el pensamiento. Fueron impulsadas a ser. Todas las culturas que consiguieron un nivel muy alto de ideales, fueron con­cebidas por los Maestros del Juego. En cada mundo y en cada soberanía el concepto de libertad era completamente diferente. La idea de que se podía poseer y tratar sin respe­to a los seres humanos llegó a la Tierra hace medio millón de años y fue muy pronunciada en muchas áreas del mun­do. Seres humanos o versiones de seres humanos fueron utilizados como esclavos para cavar en minas o para vibrar con ciertos patrones emocionales.

A lo largo del tiempo se desarrolló una forma idealiza­da de civilización aquí en la Tierra para satisfacer las gran­des necesidades de la gente. El paradigma de que todos los humanos fueran creados iguales y que la vida debía ser honrada en todas sus formas, fue la mayor enseñanza que llegó al planeta. Esta idea no ha sido capaz de infiltrarse en todos los niveles de la existencia pero sí fue anclada como práctica habitual en numerosas sociedades. Claro que exis­tía gente que honraba a las piedras, los árboles, las plantas, los animales y a los humanos. No obstante, para muchos el tema central de a qué honrar implicaba honrarse a sí mis­mos, aquellos que estaban aquí para operar con inteligencia y para descubrir la magnificencia del planeta.

De una manera u otra, los Maestros del Juego tenían que encontrar fórmulas diferentes para recuperar la Tierra y para volver a enseñar el valor que tiene la vida. Es por eso que durante períodos de tiempo, los Maestros del Jue­go conceptualizaron civilizaciones enteras, ideándolas hasta el más mínimo detalle. Y entonces sembraron e implanta­ron estas civilizaciones en la Tierra trayendo habitantes des­de las estrellas. Esto se hizo una vez que estos seres fueron lo suficientemente afinados para poder encajar en el linaje genético de los seres humanos.

Expandid vuestro concepto de la existencia e imaginad esto. Los Maestros del Juego, con el fin de mantenerse ocupados, orquestaron realidades y luego insertaron en es­tas realidades formas de vida en diferentes planetas. Los Maestros del Juego se reúnen, igual que vosotros para una partida de cartas o un partido de tenis, con la diferencia de que su juego incluye crear civilizaciones. Ellos alteran y cambian mundos enteros permitiendo que variaciones, den­tro de las civilizaciones, se manifiesten en su orquestación. Estas civilizaciones operan completamente bajo impulsos, pero todos estos impulsos han sido introducidos en sus heliografías. Las heliografías se diseñan con antelación, igual que vosotros, como Familia de Luz, habéis diseñado vuestra actual misión.

Los Maestros del Juego son brillantes. No sólo conci­ben el juego, creando heliografías completas para que flo­rezcan civilizaciones y teniendo en cuenta cada detalle, des­de los mejores artesanos hasta el último mendigo, sino que también ellos mismos se implantan dentro de cada civiliza­ción. Saben que su civilización está completa cuando sus propias identidades se funden con la civilización, es decir, cuando ellos están dentro de la civilización, creándola al mismo tiempo. Los Mayas que vivieron durante un tiem­po en México y América Central, fueron verdaderos maes­tros de esto. Eran muy hábiles mezclando realidades y mo­viéndose de sistema en sistema. Su mundo estaba en las Pléyades y, no obstante, también es cierto que no residie­ron ahí; tuvieron su propio mundo. Hoy en día están con una misión en cualquier parte, turbando muchos mundos. Llevan consigo maya como si su civilización no se hubiese acabado sino como si simplemente se hubiera transferido de un mundo a otro.

La palabra maya se refiere a la ilusión de realidad. Los mayas eran los Guardianes del Tiempo y estaban tan avan­zados que eran capaces de crear literalmente realidades para guiar a buscadores futuros hacia el descubrimiento de su verdadera identidad o, al contrario, alejándoles de su meta. Muchos aspectos de la historia que se cuenta de los mayas son parte del truco maya, parte de la ilusión. Hasta que no seáis capaces de penetrar otras realidades y viajar por aque­llos reinos, no lo entenderéis. A su manera, los mayas eran tan hábiles como los egipcios. Los egipcios eran capaces de evocar muchas formas de pensamientos de realidades y via­jar a otros mundos pero de manera diferente. Los mayas eran capaces de orquestar el tiempo creando cerraduras de tiempo. Culturas diferentes tienen propósitos distintos, pero todos están entrelazados.

¿Por qué estaban todas estas civilizaciones aquí en la Tierra? ¿Por qué cada una de ellas tenía su momento? Estas son las cuestiones que queremos que indaguéis. Preguntaos:

«¿Qué parte juego yo en todo este proceso?» Todas estas civilizaciones comerciaban entre sí en diferentes momentos de su época de florecimiento. Durante su propio apogeo compartieron ideales. Algunas de estas civilizaciones exis­tieron durante miles de años.

¿Os dais cuenta de la riqueza estructural de las civiliza­ciones? Tomad el siguiente ejemplo como una manera de conceptualizar esta idea: Se hace una película como, por ejemplo, Rambo. Luego se hace Rambo 2, Rambo 3 y Rambo 4. Imaginad que alguien os muestra estas películas, una después de otra. Aparentemente son continuas pero, en realidad, había grandes espacios de tiempo entre las produc­ciones de cada una de ellas. Tenía que haberlos para poder hacerlas. Así sucede con las civilizaciones. Son sembradas y luego pasa algún tiempo mientras los Maestros del Juego crean la siguiente entrega —la segunda parte o la tercera parte o la quincuagésima parte— y la dan de forma similar. Os estamos sugiriendo que en todas partes del globo exis­ten civilizaciones que están sobrepuestas, una encima de la otra y todas están entrelazadas. Este concepto os da algunas ideas nuevas para que las exploréis.

Nosotros, los Pleyadianos, somos un experimento de los Maestros del Juego. Los Maestros del Juego no tienen formas, y no obstante, son capaces de introducirse e infil­trarse en muchas formas diferentes. Las películas 2001 y 2010 mostraron la idea de cómo son los Maestros del Juego haciendo ver que existen influencias no visibles sobre cier­tas formas de vida. Es una buena analogía; no obstante, no os quedéis anclados en esta visión.

Los Maestros del Juego no tienen límites, no tienen formas, son modificadores de aspectos. Pueden asumir cual­quier forma que elijan puesto que se mueven más allá del sonido y de la geometría. Los Maestros del Juego crean en su mente las heliografías completas para las culturas y luego abren portales para, literalmente, insertarlas en el plano de la Tierra. Permiten que estas culturas se desarrollen y crezcan y siembren e influyan en otras épocas. En la Tierra existen todavía lugares sagrados y culturas que vosotros dais por perdidos y a los que creéis que nunca más podréis contactar. Durante el gran despertar y la transferencia de la conciencia, estas culturas recobrarán vida y trabajarán si­multáneamente puesto que sus heliografías serán reactivadas y magnetizadas para volver al plano multidimensional que se abrirá.

Los Maestros del Juego inventan heliografías para las civilizaciones. Y aquí está la trampa. Cuando los Maestros del Juego crean una heliografía específica para una civiliza­ción, ésta tiene muchas versiones y se expresa en muchos mundos y en muchas realidades. Parte del trabajo de los Maestros del Juego consiste en manejar todas estas realida­des al mismo tiempo y aprender de cada una de las versio­nes heliográficas. Es como confeccionar capas. Un sastre diseña una capa y luego se le ocurre hacer cientos de varia­ciones de esa capa para cubrir las necesidades de cada com­prador y también para cubrir una esencia fundamental de la propia capa. Así es como trabajan los Maestros del Jue­go. Es decir, cuando los Maestros del Juego crean una heliografía, un lenguaje y un método para introducirlos en el planeta, la heliografía no está implantada simplemente en uno de los reinos, lo está en muchos.

A veces, estas civilizaciones duran mucho más o mucho menos tiempo de lo que vuestros arqueólogos creen. Sim­plemente, puede parecer que existan desde hace muchos eones, cuando en realidad algunas de estas expresiones que llamamos civilizaciones pueden existir tan sólo durante una tarde. Es una visión que en vuestro actual grado de com­prensión puede ser demasiado vasta y extraña para digerir. Sin embargo, algún día os empujaremos hacia estos límites para que podáis comprender que, en verdad, la realidad es bastante flexible.

Queremos ampliar vuestras fronteras de la identidad. Queremos turbar aquello que aceptáis como realidad por­que así seréis capaces de sentir las informaciones que vues­tro Yo Superior os hará saber. La razón por la cual hemos venido a la Tierra para hablar con vosotros no es para cambiar vuestra heliografía y deciros: «Aquí, poned un clavo aquí, aplicad el dos-por-cuatro, construid aquello, así y asá funcionan las cosas». No estamos aquí para redefinir vuestro mundo. Estamos aquí para ayudaros a desmante­lar las heliografías con las que habéis vivido y para enseña­ros las leyes básicas que os permitirán elaborar nuevas es­tructuras. La idea básica, detrás de todo esto, es que podáis crear todo aquello que penséis. Esta es nuestra razón pri­mordial. Al liberaros lo suficiente para poder experimentar este gran concepto, intentamos que logréis, en un momen­to dado, utilizar toda la capacidad de vuestro cerebro. Cuan­do soltéis las riendas para saber quiénes sois de verdad, en algún momento liberaréis los grandes códigos de la conciencia que hay dentro de vosotros. Estos códigos son, literalmente, piezas de gran valor informativo y que gran parte de la existencia está buscando. En vuestro planeta hay cazadores de tesoros que buscan oro y artilugios antiguos. Nosotros somos cazadores de tesoros en los túneles del tiempo; estamos jugando un juego.

Los Códigos y Números Maestros que buscamos, son fórmulas geométricas y combinaciones de inteligencia que están almacenados en los seres humanos. El ser humano es, por supuesto, una parte integral de la Biblioteca Viviente. Cada creación existente en esta Biblioteca Viviente tiene su razón de ser y contiene una gran cantidad de información dentro de sí. En el interior del cuerpo humano hay fórmu­las que permiten hacer réplicas de otras formas de inteligen­cia a lo largo y ancho de todo el universo. ¿Qué os parece? En el interior del ser humano evolucionado y con los doce filamentos intactos, existen fórmulas que permiten crear, para otras formas de inteligencia, vida en este universo.

Otras formas de inteligencia fueron capaces de com­prender la razón de la creación de la Tierra cuando la dise­ñaron. Comprendieron que, tal vez, un día, su propia civi­lización podría ser aniquilada y se dieron cuenta de que no querían perderla completamente. Así se crearon bibliotecas en todas partes de la existencia y se llenaron con datos muy específicos. Todas las formas de inteligencias crearon una biblioteca, porque valoraban su identidad y su civilización. Ellos comprendieron cómo estaban estructuradas sus civili­zaciones. Valoraban la vida.

Los Números Maestros se consiguen cuando una masa crítica de individuos es capaz de emitir códigos vibracionales específicos. Los Números Maestros permiten colocar cerra­duras de tiempo sobre una civilización dada, creando, de este modo, una inmunidad ante cualquier tipo de energía desorganizadora. No obstante, hay que reconocer que, para empezar, la energía desorganizadora es necesaria para crear este proceso. Y esto es lo que hace que todo sea un juego.

La dualidad y la polaridad son, en este universo, ingre­dientes esenciales para que se active el libre albedrío en toda su potencia. Las partes de la dualidad sirven realmente de impulso para reflejarlas y para que, en un momento dado, la polarización se pueda unificar. La realidad tiene muchas capas y crea continuamente nuevas versiones de sí misma, es decir, la realidad no es la misma en este momento que en el siguiente. El pulso de vuestro universo está experimen­tando un cambio masivo. Ahora hay un movimiento que crea sanación y restauración para devolver la Tierra a una cierta frecuencia vibracional. El hecho de que determinados seres regresen para ocupar países y que atraigan una conciencia estelar, hará que la Tierra logre, en su momento, restablecerse como una colonia muy diferente. Habrá una sensación de exaltación, armonía, cooperación y unidad que proporcionará una mayor oportunidad para todos.

Lo mismo está sucediendo a nivel universal. La Tierra es una de las bibliotecas esenciales de esta galaxia y de este universo, por eso el drama es tan enorme. Conforme la Tierra se está transmutando, la energía psíquica combinada de sus habitantes emitirá el mensaje de su proceso de trans­formación. Las vibraciones de este proceso se irán desvane­ciendo, produciendo un gran cambio en esta forma en la que todos los mundos entienden el sentido de la polaridad en este universo.

Nuestra intención es enseñaros una perspectiva más am­plia de vuestra herencia pleyadiana y estelar e inspiraros a ser seres humanos más responsables, valientes, desafiantes y alegres. Vuestra herencia pleyadiana es mucho más grande, más compleja y más completa de lo que ahora mismo sois capaces de entender. Queremos que recordéis vuestro abo­lengo y que descubráis una verdad muy antigua.

Profundizaremos más en el significado del Juego, de los Códigos y de los Números Maestros. Toda la existencia puede ser entendida como un juego. De hecho, es un juego que puede tener un final rápido si no se juega adecuada­mente. Un final anticipado aparece sólo a cierto nivel mien­tras que a otro no existe el final. No obstante, los finales que aparecen a cierto nivel son suficientemente aterradores. Dentro del sistema pleyadiano estamos enfrentándonos a una crisis final. Una crisis así tiene que ver con nuestro karma que vuelve a nosotros. Para que podamos crecer en nuestra evolución y podamos seguir buscando nuevas for­mas de energía, significado y vida, tenemos que asegurar que todas las formas de vida que hemos creado y puesto en marcha tengan la misma libertad que deseamos para noso­tros. El dolor de la experiencia pleyadiana tiene que ver con la manera de apaciguar a la Diosa Madre, puesto que todos estamos conectados con ella.

Las energías de los reptiles están, de alguna manera, saliendo ahora de los armarios. Están sucediendo muchas cosas: están llegando cometas, meteoros y asteroides desde el espacio; hay planetas que se mueven al azar y toda clase de fenómenos hacen que la gente se pregunte qué ocurre, puesto que la comprensión global de la realidad se está des­vaneciendo. Queremos que entendáis que todo está dentro del orden divino.

El tiempo está cambiando, pero no es el momento de asustaros con lo que va a venir. Es el momento de sentir regocijo en vuestro fuero interno. El momento que habéis estado esperando, vuestra razón de ser está a punto de llegar. Os recordamos que sois la Familia de Luz y millones de vosotros estáis aquí en la Tierra en este momento con una misión. Como miembros de la Familia de Luz tenéis la capacidad de atraer luz hacia vuestro cuerpo y tras­pasarla al plano terrestre. De esta manera, la misma Tierra, una criatura viva, puede acercarse a su propia transición y dejar de existir en el viejo orden de cosas. Algunos de vo­sotros os quedáis petrificados al oír que la Tierra se está muriendo. Quisierais construir una gran muralla para im­pedir la muerte del planeta y el deterioro del medio am­biente. Pero la verdad es que todos estos sucesos que, apa­rentemente, son desagradables, difíciles y horribles, crean el impulso que hace falta para activar y promover el cambio en los seis billones de personas que viven en la Tierra.

Sois transductores de energía. Igual que nosotros transducimos la energía de un sistema de realidad al vuestro e igual que nuestros maestros y otros la transducen hacia nosotros, vosotros tenéis que coger todo lo que sabéis y transducirlo tiernamente —casi jugando y sin miedo—, a los habitantes de la Tierra. Otros verán que sois estables, que estáis bien enraizados y que trabajáis en nombre de la paz. ¡Mantened claro vuestro objetivo! ¡Uníos siempre al con­cepto de paz cuando alcancéis algo que aún es desconocido y trabad amistad con las energías que podrían asustar a otros! Estáis realizando un trabajo muy poderoso. Como miembros de la Familia de Luz estáis atrayendo la era de la transmisión unificada de pensamiento, la Era de Luz. Cuan­do seáis capaces de atraer y mantener estas olas de Luz, comprenderéis que la base de la transformación de la Tie­rra es el poder de la mente. Esta revolución está afianzán­dose rápidamente en todas las culturas. Estamos cruzando fronteras culturales; vosotros cruzaréis fronteras galácticas. Nuestra intención es facilitar el paso sobre el planeta a quie­nes nos conocen y que están familiarizados con nuestra energía y que son capaces de vivir las claves que comparti­mos con vosotros. Os damos claves de forma muy direc­ta, pero también os engañamos; os engañamos siempre. Es sano que sospechéis un poco de nosotros. Si no lo hacéis, sois tontos. Aprended a ser escépticos con todas las cosas y aprended que nosotros, a veces, tenemos razones impor­tantes para hacer lo que hacemos aunque, tal vez, esto no sea aparente en un determinado momento.

Os decimos con toda honestidad y sinceridad que nues­tro mayor interés es vuestra integridad, vuestra seguridad y vuestra educación. Esta es nuestra primordial preocupa­ción. No queremos perderos. Vosotros sois una clave para nosotros. ¿Podéis comprenderlo? ¿Podéis sentir esto en vues­tro fuero interno? La comprensión de lo que os estamos comunicando en estos momentos será la diferencia en cómo se desplegarán vuestros próximos años. Si podéis aprehen­der que os necesitamos, que os queremos y que sois de gran valor, y si apartáis vuestro ego y abrís vuestro cora­zón y os aventuráis a caminar por estos territorios de lo desconocido, vuestros días estarán llenos de esplendor.

Conforme despleguéis vuestra historia y conforme ten­gáis más experiencia, os ayudaremos a entender cómo la historia se relaciona en un nivel cósmico y quiénes sois vosotros dentro de este ámbito. Os daremos muchas pistas Y os recordaremos que nuestra intención es siempre la de enseñaros con una clase de energía que os llevará a ser vues­tros propios maestros y vuestra propia fuente de conoci­miento. Si conseguimos activaros como seres inteligentes, estaréis cualificados para disparar ciertos códigos y Núme­ros Maestros dentro de vuestro Ser, que harán que cambie todo el espectro de la existencia en este plano tal como lo conocéis. Literalmente, restableceréis la biblioteca. Cuando encontréis vuestras propias respuestas —nosotros ayudándoos con pistas y vosotros uniendo las piezas— comprenderéis que os necesitáis sólo a vosotros mismos. Esto no quiere decir que tengáis que trabajar solos o sin nosotros. La ar­monía y la cooperación existen entre todas las especies, compartiendo luz, compartiendo el conocimiento de que todo es Uno.

Nosotros sólo creamos las fantasías a partir del punto que os permite evolucionar. No os quedéis anclados en nuestras historias. Escuchad las historias de todo el mundo y luego haced vuestra propia síntesis. Vosotros debéis des­cubrir el enigma. Cada maestro del plano terrenal os ofrece una pista. Nosotros os ofrecemos una en concreto, sólo que tenemos nuestra manera de hacerlo. Tenemos una per­sonalidad propia y nuestro propio temario y sabemos cómo estimularos —cómo hacer para que os mováis y os elevéis—. Sabemos cómo liberaros y esto es lo que perseguimos. Nuestra intención es devolver el valor humano a la prime­ra fila de la creación.


Ejercicio energético


Respira hondo y relájate intentando mirar hacia dentro. Intenta aprovechar al máximo las energías que afluyen en este momento. Estira tu conciencia hasta el duodécimo chakra, esté donde esté para ti. Desde el duodécimo chakra escucha el sonido del deseo que resuena dentro de tu cuerpo. Imagina que olas y pulsaciones de luz procedentes del espacio se mueven hacia ti. Cuando estas olas de luz viajan hacia ti, escucha la reacción en toda la vida existente. Visualiza esta fina red, similar a una telaraña, que compone vuestro Cosmos. Y conforme atraigas energía a través de esta red, aquélla co­mienza a murmurar y cantar y a informar a todas sus partes.

Deja que estas olas de luz vengan a vuestro planeta y siente que eres un imán que atrae la conciencia expandida. A partir de este momento, intenta acceder a las frecuencias de la conciencia que nosotros, los Pleyadianos, hemos puesto a tu disposición. Hazlo sin esfuerzo y con alegría. Siente cómo una abundancia de creatividad se expresa a través de tu Ser, y con gran calma y valor utiliza esta luz creativa cuando se mueva a través de ti, regalando al planeta nuevas opciones.

Mientras estas olas de luz entran a través de tu duodéci­mo chakra, imagina que gigantescas olas de luz inundan la Tierra, miles de millas a lo largo y a lo ancho. Estas olas están llenas de pequeñísimas formas geométricas. Cada uno de vosotros tiene el potencial de reactivar la Biblioteca Vi­viente cuando utiliza su mente, sus impulsos y sus intencio­nes. Siente cómo la Tierra se baña en estas olas de luz. Por unos instantes, imagina que cada partícula de vida sabe que no será destruida jamás —que la destrucción es una ilusión del juego del Creador Principal—. Eres un verdadero Maes­tro del Juego. Encuentra el cofre del tesoro que has guarda­do. Contiene tu verdad más preciada, una verdad que está escondida dentro de ti. Cuando te atrevas a abrir el cofre, te verás en él —una versión de ti que es el Creador Princi­pal—, creando una vez más la paz y la libertad en este mundo.
















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