MARÍA









Lemas


Amor maternal, amor que nos alimenta

Sentirse alimentado y querido

Alimentarse

Dar y recibir

Aprender a decir «no»

Reconocer que todo está relacionado entre sí



La energía de María

Ayuda a deshacer la ilusión de la división. Ella alimenta, nos permite reconocer que todo está relacionado entre sí, nos confiere la sensación de sentirnos amparados y protegidos. Nosotros siempre nos hemos sentido acomodados, hemos sido queridos y obtenemos todo aquello que necesitamos. De nosotros depende que lo aceptemos.

Esta energía nos enseña a cuidar de nosotros mismos y a encontrar la justa medida entre recibir y dar.

Esta energía nos conduce hacia la unidad, hacia el amor todopoderoso, incondicional de la diosa/madre de la tierra/ madre.

Indicaciones para la situación

En tu situación resulta importante reconocer que no estás desligada, sino que estás relacionada con la unidad, el amor y que te alimentas del manantial de la existencia. Se trata de aprender a «tomar y dar», a tener en cuenta tus necesidades, a alimentarte a ti mismo y a dejar que te sientas bien.

Quizá seas una persona que das gustosamente, pero que das demasiado sin pensar en ti mismo. Sin embargo la solución no radica en dejar de dar. Tú quieres aprender a dar del manantial inagotable del ser, alimentarte del flujo del amor. Aprende que «no dar» y «decir que no» también pueden ser una expresión de dar.

En ocasiones a la otra persona se le ayuda más dejando que utilice su propia fuerza, que si se le da aquello que nos está pidiendo. Y a veces es necesario tener el valor de decir «no» en el caso de relaciones no muy claras.

¿Cuándo das más de lo que en realidad quieres dar? ¿Cuándo te sientes decepcionado al no recibir una muestra de agradecimiento por tu ayuda? ¿Qué necesitas para sentirte de nuevo alimentado, querido? ¿Qué relación o qué situación ya no te satisfacen, dónde se produce un cambio?. ¿ Te sientes realmente querido y aceptado? ¿Estás dispuesto a recibir amor y ayuda?

Interpretación de la carta

En el centro de la carta aparece un círculo, símbolo de la unidad. No hay ni comienzo, ni final. En el círculo interior hay una rosa roja, que expresa entrega, ternura y amor. En el círculo externo se pueden ver una mujer, un hombre y un niño que representan las tres partes del ser humano.

Si unimos las tres figuras entre sí, formamos un triángulo: símbolo del espíritu divino. Los cuatro símbolos en el borde del círculo representan una cruz, la unión y la relación con la materia.

De esta manera en la carta nos encontramos con la unión del cuerpo (cuadrado), el espíritu (triángulo) y el alma (círculo). La paloma, símbolo del Espíritu Santo y de la paz, lleva en su pico un corazón, símbolo del amor. Las iglesias y mezquitas se consideran hogares de Dios en la Tierra. Son y (eran) al igual que Marta el receptáculo, el lugar en el que va a ser recibido lo divino.

En la parte superior derecha de la carta aparece un planeta recientemente creado, un nuevo círculo, expresión del acto de creación femenino. La figura de la mujer es la única que mira en esa dirección ya que se trata del fruto de su entrega. En la parte superior izquierda solo se puede ver el universo, el vacío.

Así se cierra un círculo: el espíritu (paloma) nos trae el mensaje de paz que es recibido por el receptáculo terrenal (mezquita, iglesia). A partir de ahí surge un nuevo planeta, un nuevo mundo que se funde con «el-estar-unido-con todo», con el ser uno solo (el vacío).



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Extraído http://www.metirta.com/04-maria-maestros-ascendidos.php






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