Del miedo al amor: Reciprocidad: ley y principio cósmicos







Saludos, amigos míos. Bendiciones y amor para cada uno de ustedes. El tema de la conferencia de hoy es la reciprocidad. Lo voy a dividir en tres secciones: la reciprocidad como un principio y una ley cósmica; la forma en que se manifiesta esa ley en la vida humana, y la naturaleza y el origen de los obstáculos que entorpecen el equilibrio de la reciprocidad.

Ninguna creación se puede llevar a cabo si no existe reciprocidad. Reciprocidad significa que dos entidades o aspectos aparente o superficialmente distintos se acercan con el propósito de unirse para formar una totalidad. Se abren el uno al otro y cooperan y se afectan con el fin de crear una nueva manifestación divina. Las formas nuevas de auto-expresión sólo pueden realzarse cuando el ser se une con algo que lo trasciende. La reciprocidad es el movimiento que sirve de puente entre la dualidad y la unidad. Ahí en donde hay separación, la reciprocidad debe aparecer con el fin de eliminarla.

Nada puede ser creado a menos de que exista reciprocidad, ya sea que hablemos de una nueva galaxia, de una obra de arte o de una buena relación entre seres humanos. Esto se aplica desde la creación del objeto más simple. Primero es preciso que surja la idea del objeto en la mente, pues sin la inspiración y la imaginación creativas que permiten a la mente ir más allá de su conciencia previa de lo que ya existe, ni siquiera es posible elaborar un plan de acción. El aspecto creativo tiene entonces que cooperar con el otro aspecto de la reciprocidad, básicamente la ejecución, que implica trabajo, esfuerzo, perseverancia y disciplina. El primer aspecto, el pensamiento creativo y la inspiración, no es capaz de completar la creación a menos de que se ponga en acción el segundo aspecto, la ejecución o realización.

Los seres humanos suelen ser poco creativos por dos razones: ya sea que no estén dispuestos a adoptar la disciplina necesaria para seguir sus propias ideas, o bien están demasiado reprimidos emocional y espiritualmente como para abrir sus canales creativos.

Cuando la gente empieza a resolver sus conflictos internos volviéndose más sana y equilibrada, encuentra las salidas a su creatividad personal y, en consecuencia, obtiene una enorme satisfacción.


LA RECIPROCIDAD COMO PUENTE

El desequilibrio entre los dos aspectos de la creatividad es particularmente llamativo en el área de las relaciones humanas. El movimiento que acerca a dos personas en la atracción y el amor iniciales es creativo, espontáneo y sin esfuerzo. Sin embargo raras veces se mantiene la conexión. Lo que suele suceder es que se descuida el trabajo de descubrir y resolver los desacuerdos internos. Prevalece la idea infantil de que el ser es incapaz de determinar el curso de la relación, y generalmente se la trata como si fuera algo separado que, favorable o desfavorablemente, sigue su propio camino.

La reciprocidad es el puente que conduce hacia unificación. Dos movimientos expansivos deben fluir el uno hacia el otro en un juego armonioso de dar y recibir, de cooperación mutua y de apertura positiva. Dos “corrientes del sí" -manifestaciones de intenciones positivas -deben moverse la una hacia la otra. La capacidad para aceptar, soportar y sostener el placer debe ser aprendida de manera gradual y es una de las metas más difíciles de alcanzar. Esta capacidad depende directamente de la integridad espiritual y emocional de la persona. De modo que la reciprocidad depende de la capacidad i de cada entidad para decir "sí" cuando se le ofrece otro "sí".
Esto nos lleva a la segunda sección de esta conferencia

¿Cómo se aplica el principio de la reciprocidad en el estado actual de desarrollo de la humanidad?

Hay tres niveles.

El ser humano con menor desarrollo y que aún está lleno de miedos e ideas erróneas sólo es capaz de expandirse muy poco. Dado que la expansión y la reciprocidad son interdependientes, la segunda será imposible mientras se niegue la primera. Todos los seres humanos tienen cierto nivel de miedo de abrirse, como ustedes saben. Tal vez ni sospechen que ese temor existe en ustedes, o si acaso lo sospechan, tal vez lo racionalicen porque les da vergüenza admitirlo. Puede ser que piensen que hay algo que anda particularmente mal en su caso, algo que ningún otro ser humano valioso pudiera compartir. Así que no deben permitir que nadie pueda siquiera sospechar que tienen ese defecto. Pero a medida que avanzan en su trabajo interno, van aprendiendo a admitir, aceptar y comprender de manera adecuada que su problema es universal, así que pueden reconocer su miedo de abrirse y expandirse. Es posible que a veces se den bastante cuenta de que ese miedo existe y que vean la manera en que retienen su energía, sus sentimientos y su fuerza vital pensando que ese tipo de control les permite estar más seguros. Mientras ésta sea su actitud, tendrán problemas con la reciprocidad.

La gente menos desarrollada y más alejada de su verdad interior no está lista para ningún tipo de expansión y por lo tanto para ningún tipo de reciprocidad. Sin embargo, esto no quiere decir que su anhelo sea eliminado; el anhelo de reciprocidad siempre está ahí. Pero algunas entidades se las arreglan para acallar este deseo tal vez a lo largo de varias encarnaciones sin darse cuenta de todo lo que le falta a sus vidas. Se conforman con la pseudo-seguridad del aislamiento y la soledad, pues, al menos aparentemente, eso es menos amenazante.

No obstante, cuando existe un poco más de desarrollo el anhelo se vuelve más fuerte y consciente. Existen varios grados y alternativas. Con el fin de ser claro voy a simplificar: la gente que se encuentra en el segundo nivel está 'testa a abrirse pero todavía tiene miedo cuando aparece la oportunidad para establecer una verdadera reciprocidad. La única manera, en que la gente de este nivel puede vivir la dicha y el placer de la expansión y la unión es en la fantasía.

Esto conduce hacia una fluctuación muy común en las experiencias. La gente de este nivel está convencida de que su fuerte deseo indican que están realmente listos para la auténtica reciprocidad. Después de todo, ¡lo viven tan bellamente en sus fantasías! Así que si todavía no lo viven en la realidad lo atribuyen a su falta de suerte para encontrar a la pareja adecuada para la realización de sus fantasías. Pero cuando aparece una pareja, reaparece el viejo temor. Los movimientos del alma se contraen y la fantasía no se puede realizar. Esto suele ser atribuido a todo tipo de circunstancias exteriores, que incluso pueden llegar a ser ciertas. Es posible que la pareja tenga demasiadas obstrucciones como para permitirle realizar sus sueños. ¿Pero acaso no es este mismo hecho el que indica que existe alguna fuerza más profunda dentro de la psique de la persona para asegurar que atrae precisamente a la pareja ante la cual la contracción parece justificada? Porque el ser interno siempre sabe en dónde está parado, así que si existe una falta de disposición para enfrentar los asuntos más profundos con honestidad, se necesitan subterfugios y excusas para preservar el ego. En todo caso, la falla en las relaciones siempre indica que el ser aún no está listo para poner en práctica la verdadera reciprocidad.

Mucha gente continúa pasando alternativamente a través de periodos de soledad y un fuerte anhelo y luego una satisfacción temporal de tal modo que ya sean obstrucciones internas o externas, siempre hay algo que les impide una completa reciprocidad. Las decepciones que surgen de tales situaciones pueden incluso servir como mayores justificaciones para los miedos inconscientes que alimentan la determinación de no abrirse y dejarse llevar por el flujo de la vida.

La gente que se haya atrapada en este nivel suele estar llena de dolor y confusión, que -a su vez- pueden conducirlos hacia un trabajo personal más profundo y hacia el compromiso encontrar el origen interno de la fluctuación. Pocas veces se comprende el significado de este nivel. El dolor y la confusión están ahí porque no se reconoce el sentido de la fluctuación. Cuando una persona que está creciendo se da cuenta de que los periodos de soledad le dan la oportunidad para abrirse con cierta seguridad y experimentar, aunque sea un poco, alguna satisfacción sin tomar todos los riesgos necesarios, él o ella habrá dado un paso importante hacia su realización personal. Lo mismo sucede cuando reconoce el verdadero significado subyacente de las dificultades enfrentadas durante los momentos de las tentativas de relación. Los periodos alternativos de soledad y de relaciones tienen unas válvulas de escape integradas: cada etapa conserva al ser en su estado de aislamiento y simultáneamente le ayuda a aventurarse hacia el exterior en el nivel en el que la persona o la entidad está lista para abandonar la separación.

No obstante, llega un momento en el camino de la evolución personal, en el que todo el mundo se da cuenta de que esta fluctuación es muy dolorosa y ello lo lleva a establecer un compromiso de apertura a la reciprocidad y la realización, a la interacción y la expansión, a la cooperación y el placer positivo. Esto siempre exige abandonar el placer negativo de la pseudo-seguridad. Entonces el alma se prepara para aprender, experimentar, arriesgar la reciprocidad, el amor, el placer y para funcionar con seguridad en un estado de apertura.

En el tercer nivel se encuentra la gente que escapa: de sostener la reciprocidad de manera real –no sólo en sus fantasías, no sólo como un anhelo. No hace falta decir que todas las relaciones establecidas en la tierra no indican una reciprocidad real. De hecho muy, pero muy pocas lo hacen. La mayoría de las relaciones se construyen sobre otras bases, o bien la motivación de la reciprocidad estuvo presente al principio, pero fue abandonada cuando ya no se pudo mantener y se la reemplazó con otros lazos.

Éstos son los tres niveles principales a través de los cuales pasa la humanidad en relación con la reciprocidad. Claro está que no se les puede diferenciar con tanta exactitud. A menudo se enciman, fluctúan y se intercambian dentro de los diferentes dominios de cada personalidad. Lo que puede ser cierto para una persona dentro de un nivel puede no serlo en otro.

¿Qué es lo que prohíbe la reciprocidad entre seres humanos?

Ahora veamos la tercera, y tal vez la más importante, sección de esta conferencia. ¿Cuáles son los obstáculos que prohíben la reciprocidad entre dos seres humanos? Generalmente esto se explica, con cierta precisión, con base en los problemas de la gente. Pero esto no nos dice lo suficiente.

La reciprocidad puede existir sólo en la medida en que los individuos conocen y están en contacto con sus lados previamente ocultos. Así pues, si existe un desacuerdo entre la búsqueda constante del bien, el amor y la decencia por un lado la tendencia inconsciente hacia la destructividad por el otro, la reciprocidad no puede realizarse. Subrayo que la reciprocidad está ausente porque los aspectos negativos están todavía presentes, sino porque no hay una conciencia suficiente de ellos. Esta distinción es fundamental. Generalmente los seres humanos abordan este problema de la manera exactamente opuesta. Piensan que primero deben erradicar el mal que todavía existe, es de otro modo estaría traicionando la dicha que produce la reciprocidad. El mal interior es demasiado terrible para ser reconocido, así que el rompimiento entre la conciencia del ser y la negación inconsciente del ser se va ensanchando a medida que avanza la vida.

Si te enajenas de tu propio inconsciente, tienes que sacar de algún modo lo que en el fondo sabes que existe dentro de ti. Lo sacas ante otra persona afectando el nivel inconsciente y oculto de su ser. Si no se utiliza esta llave, las relaciones necesariamente fallan o se vuelven estériles, de modo que la verdadera reciprocidad no puede desarrollarse. Así que es fundamental que obtengan un contacto creciente con los aspectos destructivos inconscientes de su ser. ¡Qué difícil le parece a la gente tender un puente a través del abismo que existe entre el bien consciente y el mal inconsciente! Cuántas luchas interponen las personas y cuántos individuos se ven tentados a abandonar esta búsqueda porque les resulta demasiado doloroso y difícil aceptar los aspectos previamente inaceptables de sí mismos. Sin embargo la vida no puede ser verdaderamente vivida si no sucede eso.

La separación entre tu ser consciente y tu ser real, que incluye los aspectos inconscientes, necesariamente aparece de nuevo como una separación entre tú y los demás a menos de que seas consciente de la primera. Cobrar conciencia de tu ser real es empezar a corregir ese rompimiento -la conciencia lo disminuye y eventualmente te llevará a aceptar lo que antes negabas. Si no existe reciprocidad entre ti mismo y todos tus aspectos debido a que tus ideas, tus exigencias y tus expectativas sobre tu persona son irreales, es absolutamente impensable que pueda existir reciprocidad entre otra persona y tú.

La reciprocidad entre tú y tu ser real no existe cuando rechazas el mal que existe dentro de ti. Al rechazar el mal, ignoras y rechazas la energía vital, original y creativa que contiene todo mal. Esa energía debe ponerse a tu disposición para que puedas intégrale. La energía sólo puede transformarse cuando seas consciente de su forma distorsionada, pero cuando rechazas su manifestación actual, ¿cómo vas a poder modificarla? Así que permaneces escindido dentro de ti. Y cuando la escisión no es consciente no hace sino reflejarse en tus relaciones -o en la falta de ellas. No importa qué tan malo; inaceptable sea algún aspecto de tu persona, no importa qué tan indeseable y destructivo, la energía y la sustancia que lo constituyen son una fuerza vital sin la cual no puedes funcionar cabalmente. Sólo como una persona integral va a poder mantener el placer y sólo siendo completamente consciente serás esa persona integral. Sólo entonces podrás dejar de bloquear el movimiento expansivo y dejarte fluir hacia el universo de otra entidad permaneciendo abierto para recibir los flujos de su energía y de su alma.



LLAVES PARA TU TRABAJO INTERNO

La falta de unión que hay en ti no puede crear unión con los otros. Sería completamente absurdo esperar eso. Sin embargo, no tienes que esperar hasta estar completamente unificado. Seguramente podrás ahondar en la aceptación de ti mismo si tomas tus relaciones actuales y las usas como medida para saber en dónde se encuentra tu propia ruptura interna y en dónde estás con relación a tu disposición para aceptar tus partes negativas. Al mismo tiempo, tu capacidad para establecer la reciprocidad crecerá proporcionalmente a tu aceptación de ti mismo. De modo que tus relaciones mejorarán y se volverán más profundas y significativas. La aceptación de todo lo que has rechazado en ti porque te negabas a ser consciente de ello producirá cada vez una mayor aceptación y comprensión de los demás. Así se irá haciendo posible la reciprocidad.

Igualmente, si no puedes aceptar el mal en tu interior, y piensas: "Primero debo ser perfecto antes de aceptarme, amarme, tenerme confianza y valorarme", es obvio que tendrás esa misma actitud hacia otra persona. Y cuando la realidad te haga ver que él o ella está muy lejos de la perfección, lo o la rechazarás del mismo modo en que te rechazas a ti mismo. La diferencia es que la mayor parte del tiempo te las arreglas para no darte cuenta de lo que estás haciendo contigo, lo cual es muy triste. Te las arreglas para no ver el rechazo de tu persona imperfecta al igual que la del otro. Intelectualizas la situación y creas un rompimiento que imposibilita la reciprocidad y la felicidad.

Todos ustedes pueden usar lo que les estoy diciendo como una llave muy práctica e inmediata para su trabajo interno. Pueden revisar sus relaciones con su familia, con su pareja, sus socios, sus amigos, sus contactos de negocios. Miren de cerca cualquier situación en la que tengan contacto con otras gentes y donde algo les moleste. ¿En qué grado están verdaderamente abiertos a la realidad de la otra persona? Si contestan esta pregunta con honestidad y ven que no están abiertos, entonces podrán usar esta llave para ustedes mismos. Claro está que fácilmente pueden evitar ver esto dándose todo tipo de explicaciones, justificaciones y racionalizaciones -e incluso con su propia culpabilización que tan fácilmente se puede confundir con la auto— aceptación, pero que tiene tan poco que ver con ella como la y auto-negación abierta. En los niveles emocionales más profundos verán que en muchos casos su disposición para aceptar a los demás tal como son es muy pequeña. Conforme descubran su intolerancia y su actitud crítica, automáticamente sabrán que hacen lo mismo consigo.

Si tienes relaciones superficiales e insatisfactorias carentes de profundidad, gratificación e intimidad, en las que sólo te dejas conocer de manera superficial - tal vez sólo mostrando tu ser idealizado, el cual piensas que es lo único aceptable que hay en ti-entonces tendrás otra buena medida de cómo andas internamente. No estás arriesgando nada porque eres incapaz de aceptarte, así que no puedes creer que tu ser verdadero y genuino sea aceptable, ni puedes aceptar a los demás en su actual nivel de desarrollo. Todo esto excluye la reciprocidad.

El movimiento de abrirse y dejar entrar, la felicidad relajada de navegar hacia otro campo de energía y aceptar su emanación —esa felicidad es insoportable y parece peligrosa cuando te odias a ti mismo. Cuando te cierras después de cada apertura temporal, puedes darte cuenta de que esto no sucede porque eres malo y, por tanto, no te mereces esa felicidad, sino porque no puedes aceptar la totalidad de las fuerzas y energías que existen en ti ahora. Por lo tanto, te quedas bloqueado en tus contracciones y no las puedes convertir en expansiones.

Así que el principio de la mutualidad primero debe ser aplicado a la relación entre tu ser interior y tú. Sólo entonces puede extenderse a tus relaciones con los demás. Pero déjenme decirles, amigos míos, desde el punto de vista de un nivel más elevado de conciencia, que toda la separación que parece tan verdadera en su realidad es una ilusión tan grande como la de la separación entre ustedes y su propio ser. Es una creación intelectual que aparece sólo como resultado de lo que se niega. Al cerrar sus ojos y su conciencia a la persona total que son en este momento, aparentemente crean dos seres: el aceptable y el inaceptable. Pero en realidad no existen dos entidades, las dos son ustedes, ya sea que quieran saberlo ahora o no. ¿Pero en realidad cada uno de ustedes es dos personas? Claro que no. La misma ilusión existe al considerar a las entidades aparentemente separadas. En este caso la separación también es arbitraria, un producto artificial de la mente. En realidad no existe semejante división. Tal vez esto no sea fácil de comprender para ustedes en el nivel en el que se encuentran, pero es un hecho que los seres humanos viven sumidos en esa tremenda ilusión de la separación, que es la causa del dolor y de las luchas. En realidad todo es uno y cada entidad está conectada con todo lo demás en el universo -y esto no es sólo una imagen poética. Sólo una conciencia permea el universo y todo lo que hay en él. No obstante, pueden empezar a experimentar esa unidad sólo cuando ya no haya una parte de ustedes negada, excluida o separada.



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Extraído http://www.almabetania.org/del_miedo_al_amor6.htm#





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