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EL PRIMER DÍA



Y dijo Dios: Sea la luz y la luz fue. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios luz de las
tinieblas”. (Génesis 1,2-4)

Lo primero que este amanecer de entendimiento hace por el hombre es mostrarle que hay una distinción entre la Verdad y el error. El hombre sabe ahora –aunque sólo vagamente al principio- que todas las experiencias no son igualmente auténticas. Este es uno de los dos o tres pasos mayores en toda la historia. Después de esto, el miedo no volverá jamás a tener el mismo poder que antes tenía sobre él. En otras partes de la Biblia, a esta experiencia se le llama “La primera Resurrección”, porque el hombre se levanta desde la tumba de una existencia sin el conocimiento de Dios.

Y llamó Dios a la luz “día”, y a las tinieblas llamó “noche”. Y fue la tarde y la mañana el día primero”
(Génesis 1:5)

Ahora que el hombre ha entendido el hecho de que todas las apariencias no son igualmente auténticas, comienza a entender –si bien imperfectamente- que el bien es poderoso y que el error no lo es. Entonces, mediante el uso activo del pensamiento correcto, mediante el uso de su intuición y razón, puede separar el trigo de la cizaña. Al bien –que es la Verdad concerniente a todas las cosas- aquí se le denomina día, y al error y al miedo que le adherimos al mismo se les denomina noche.

Así el Primer Día representa el amanecer de la conciencia espiritual. En la Biblia “la noche” entraña limitación, miedo, lío o falta de algún bien necesario; y “el día” entraña realización. Por lo general el mundo invierte esto, pensando en vez de la noche como la realización, culminando de hecho en la inconsciencia del sueño. En la Biblia al caer de la tarde que lleva a la oscuridad de la noche es un estado erróneo que debe ser abandonado. El crepúsculo es sólo media luz, o menos, a través del cual el hombre debe pasar para entrar a la gloria del amanecer.





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